Logros y deseos

Logros y deseos

El presidente, finalmente, siguiendo la liturgia constitucional introdujo al Congreso el proyecto que declara la necesidad de la reforma seguido del texto que propone para que sea conocido en la Asamblea Nacional en función de Revisora.

El día anterior hizo llegar al Senado las ternas correspondientes para llenar las vacantes de los miembros de la Cámara de Cuentas. Hay que pensar que ambas iniciativas están íntimamente relacionadas si se examina la nómina de los propuestos: con imagen primaria de políticos reformistas. Las dos acciones habían sido retenidas. Si se canalizan ahora es porque son expresión de acuerdos políticos de frente a la reforma de la Constitución.

El Presidente andaba detrás de “amarre” desde antes de la reunión invisible de los dos visibles del reformista. El que protestó, después, logró sentarse en el despacho. Y quizás, por igual, en un tiempo prudente será beneficiario de alguna iniciativa.

Pese al desgarre del reformista, hasta el 2010 tiene cuota de poder decisional en el Congreso y en la próxima Asamblea Revisora. De ahí la importancia de su peso agregador en la aritmética de la reforma.

La posibilidad de la Constituyente se aleja. El PRD, que amaga tanto, aún no ha presentado una ley alternativa de necesidad de revisión para una reforma de la reforma: cambiar el órgano de reforma vigente. Cuenta con el número suficiente para la iniciativa aun si no para la aprobación. Hacerlo sería consecuente con su predicamento.

Constituyente contra Revisora ha sido un desacuerdo primario desde antes del 2006. El meollo es político: una Constituyente podría alterar la correlación de fuerzas; la Revisora no, dada las ganancias del partido oficial en aquellas congresionales. Afirmar que aun con una elección de constituyentes no se modificaran los vectores de la composición política no tiene asidero: no hay encuestas al respecto y más cuando el humor político de seguro no será el mismo que el del pasado mayo. La afirmación carece de fundamento comprobable.

La Constituyente sería un “tercero”. Hay temor muy real con los intereses particulares de los actuales congresistas por aquello de la extensión del periodo o que el próximo será un mandato bien gandido de seis años. La Constituyente podría minimizar el peligro. Pero tiene sus peligros: que su producto sea pura poesía constitucional.

El Presidente ha trabajado el objetivo “nueva Constitución” con ahínco y decisión. Se tiró a la calle en el 2006 y ganó. Eso es incuestionable. Lo que puede ser es que lo ha buscado para acotejar las reglas esenciales a su comodidad.

Con un acuerdo en las manos en la Revisora, podría verse sin embargo que lo que entró como proyecto no necesariamente es lo que saldrá aprobado. Y no por disensos. Allí se podrá cambiar, para lo que se quiere que no se quiso decir al inicio. ¡Fue la Asamblea! Y una de esas puede muy bien ser el ajuste de los periodos. Es que congelar una propia y lujosa mayoría es delicioso. Los reformistas felices: seguir sin la sincerización electoral de 2010.

Eso está ahí, bien latente y bien posible.

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