Loma Novillero” aparece en la edición de mi primer poemario titulado “Servilletas de Papel”. veinte años atrás, inspirado en las tantas veces que sabedor de que Hamlet se encontraba allí en esa verde montaña, igual que Claudio Caamaño únicos sobrevivientes, cruzando el pie de esa montaña me detenía y rogaba por su vida, por el milagro que me permitiera liberarlo de ese calvario antes de ser muerto, capturado y torturado brutalmente por sus captores como lo fue antes de ser extraditado al exilio junto con Claudio que recalcitrante volvería a la guerrilla, saliendo con vida una vez más.
La guerrilla de Playa Caracoles, 1973, fue una aventura no compartida por Bosch, que anidaba otros sueños.
Pero Francis era un hombre de acción y con ideas revolucionarias que enardeció la muerte brutal de los Palmeros.
Sabía que su lucha era desigual, como del Che y con él perecieron sus demás heroicos combatientes, siendo Caamaño capturado vivo por no abandonar a su lugarteniente, Eberto Lalane José, “un “hombre único e irrepetible”, de apenas 27 años, “El Fiero”, como lo exaltara Hamlet en su libro, ambos cobardemente asesinados por orden del presidente Dr. Joaquín Balaguer “porque aquí no hay cárcel para ese hombre”, el “Capo Mayor”, Comandante Supremo de la Guerrilla de Caracoles y de la legendaria Revolución de Abril 65, del pueblo en armas por el retorno de la Constitución de 1963 y del presidente derrocado, profesor Juan Bosch.
Hamlet Herman fue un ser humano excepcional, una persona admirable, defensor de sus ideas y capaz de compartirlas, totalmente desprendido de todo lo material, de toda lisonja y vanagloria, escritor fecundo, intelectual, historiador, amante de la lectura y de los libros, de la buena música amigo leal, fraterno, del que llegué a ser su confidente compartiendo tantos momentos felices, como también sus pesares.
La noticia me llega con una llamada telefónica de su hijo Eddy que me deja trastornado. “Papá sufrió un ataque cardiaco, lo recogieron en ambulancia en la avenida George Washington.
Lo tenemos aquí en Centro Médico Cubano. Había estado horas antes en la acostumbrada tertulia de la librería La Trinitaria. Me dijo que iría al Archivo General de la Nación a verse con el amigo Roberto Cassá.
No lo podía creer. Salí a la Clínica de inmediato, pero ya era tarde. El amigo nos había abandonado. Hoy, a 5 años de su partida, quiero recordarle con mi poema dedicado a su memoria, Loma Novillero:
Contemplando la montaña/alta y desnuda como tú/pienso en ti, guerrillero./ Cómo sería la vida si pudieras/ salir triunfante de este enredo/ sembrarla con tus manos amorosas/ y hacerla parir con tus ideas. /Qué sería de tu amada tierra y de tu pueblo/ si en vez de abonarla con tu sangre generosa/ pudieras descender de ella airoso/ y tomarla entre tus brazos, y cuidarla./ Qué sería de esta tierra y de nuestra gente / si pudiéramos juntos, compañero,/ idealizarla como tú la sueñas…