Lombricultura: oficio que apasiona a Antonia Reyes

<P>Lombricultura: oficio que apasiona a Antonia Reyes</P>

Las Cuchillas.El Seibo. Soy millonaria, lo único es que no están en pesos, pero sí en valores”, atinó a decir doña Antonia Reyes Mercedes, una de las pocas dominicanas que se dedica a la lombricultura, una actividad con múltiples beneficios y de la que ella se siente orgullosa.

Su casa podría ser la pesadilla de muchos, no tiene  electricidad, no recibe agua potable, no usa gas propano y ni siquiera hay señal telefónica, pero nada de eso impide sus ganas de avanzar en la vida y la firme decisión de ser una persona productiva.

A sus 64 años es madre de siete hijos, abuela de ocho nietos y es una mujer emprendedora, llena de sabiduría y con unos inmensos deseos de aprender. Es agricultora desde que tiene uso de razón, fabrica abono de lombrices y forma parte de una cooperativa en su comunidad en Las Cuchillas en El Seibo.

Esas ganas de aprender más y más la llevaron a ser la única que aprovechará un curso de lombricultura que auspició el Despacho de la Primera Dama en el 2008. Durante seis u ochos meses se trasladaba a otra comunidad, sin saber que esta sería ahora una labor que le apasionaría.

Al concluir la capacitación recibió unas cuantas lombrices rojas californianas que desde entonces ha cuidado y reproducido con esmero. De estas lombrices, doña Antonia fabrica abono 100 por ciento orgánico de excelente calidad, que puede ser utilizado en cualquier tipo de cultivo y permite  frutos mucho más saludables.

“Yo empecé este negocio porque me gusta el desarrollo, desde que lo hago algún peso más ha entrado a mi vida. Pero todo empezó porque me gusta aprender, me encanta aprender”, menciona.

Por su trabajo, constancia y emprendimiento, doña Antonia fue premiada con el primer lugar en los Premios CITI Group 2011, en la categoría “Agrícola, Pecuaria y/o Agroindustrial”.

Doña Antonia nos cuenta que de la lombricultura puede extraer dos tipos de abono, uno es parecido a la tierra, está formado de desechos orgánicos arrojados por la lombriz, se conoce como humus y el otro es líquido, se llama lixiviado y  no es más que la orina de las lombrices.  Los precios del abono líquido van desde 500 pesos el galón hasta 100 pesos una botellita, mientras el granulado o seco cuesta 500 pesos el saco.

Según nos explica, el manejo de lombrices es muy sencillo, estas se alimentan de todos los desechos orgánicos, como estiércoles de los animales y vegetales sobrantes de los cultivos que siembra doña Antonia y su esposo Juan Benito Mercedes, de 71 años. Ellos cultivan todos los alimentos que consumen.

Las lombrices son criadas en el patio de su casa en un pequeño módulo hecho de block y cemento, con un tamaño de cinco metros por un metro de ancho. Antonia expresa que hay que vigilarlas pues pueden ser comidas por las gallinas o los cerdos si se descuida. Estas lombrices pueden durar hasta 16  años sin morir y se reproducen según el tamaño que tengan en espacio.

Destaca que el abono de lombrices permite que las frutas sean más dulces, en el caso de otros cultivos como las habichuelas hace el ciclo de cosecha  más duradero  y  en general que las plantas tengan más productividad,  pero sobre todo sin contaminación. “Todo esos químicos traen muchísimas enfermedades, tan malas como el cáncer”, dijo.

Pero la utilidad de este abono de lombrices no se queda en la agricultura, ya que según revela doña Antonia, muchas mujeres compran el producto para hacer crecer el pelo, también para evitar arrugas en la piel y para contrarrestar algunas enfermedades.

Antonia explica que no sabe si realmente sirve para la salud, pero quienes lo prueban aseguran que sí funciona.

Las ventas del abono que fabrica doña Antonia son muy pocas en su comunidad, explica que aún los agricultores no entienden la importancia para la salud del abono orgánico y del daño que significa para el suelo el uso de productos químicos, por eso continúan usándolo.

“El país no está acostumbrado a lo orgánico sino a lo químico. Yo quiero que el país reconozca que el abono orgánico es más saludable y se dejen de vender los químicos, ojalá y desaparecieran. No por mi negocio sino por la salud de la gente”, destacó.

Ella y su esposo son agricultores de subsistencia. Antes sus cultivos eran prósperos pero luego de que Chichi, como se le conoce a su esposo, sufrió una trombosis y tiene problemas con su espalda no puede dedicarle tanto tiempo a sembrar y cuidar plantas.

El sueño de Antonia es que su negocio de lombricultura aumente para poder obtener los recursos necesarios para comprar sus medicamentos y los de su esposo, pues él ahora no puede trabajar. “Yo quiero vender mucho abono y tener más lombrices  pero mientras se venda tan poco no puedo. Cuando la gente vea que me va bien también se pondrá a fabricar y pueden ganarse sus chelitos porque es muy bueno tener su propio negocio”, expresa. 

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Ingresos fijos

Además de dedicarse a las lombrices, Antonia quiere volver a trabajar en la apicultura, pues necesita tener un negocio que le permita tener ingresos fijos. “Yo quiero una ayuda para comprar los materiales que me hacen falta para levantar la apicultura”, dijo. Anteriormente Antonia junto a otras mujeres de su comunidad fabricaba  licores de frutas y mermeladas pero el negocio cayó por la falta de apoyo y las bajas ventas. A pesar de su edad, ha tomado clases de informática  y  sueña con tener una computadora para cumplir con sus responsabilidades como secretaria de la cooperativa de  Las Cuchillas.

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