Loor y gratitud para el coronel José Alfonseca

Loor y gratitud para el coronel José Alfonseca

Cuando se puso a funcionar el complot del brigadier traidor de la Fortaleza Ozama, dos oficiales del Cuerpo de Ayudantes Militares, del traicionado Presidente Horacio Vásquez, fueron sus acompañantes que con coraje y lealtad lo llevaron al barco para que se fuera. Esos oficiales fueron los tenientes Silvio Del Prado y Ludovino Fernández.

Cumbre de la lealtad fue por igual el coronel José Alfonseca. Este íntegro patriota se encontraba con tropas en la Carretera Duarte. Y a los traidores que de Santiago venían hacia la Capital, encabezados por Rafael Estrella Ureña y José Estrella el terrible cojo de La Herradura; por el coronel José Alfonseca iban a ser recibidos a tiros limpios. Pero alguien alertó al brigadier traidor de la Fortaleza Ozama. Y éste rápidamente actuó, cambiando al coronel Alfonseca por el coronel traidor Simón Díaz, que permitió el libre paso del tumulto, de los golpistas santiagueros.

El coronel Simón Díaz se convirtió en general y hasta llegó a ser jefe del Ejército. En cambio el coronel José Alfonseca, el patriota olvidado, se fue al exilio.

Y en Venezuela se radicó para padecer junto a su honorable familia las angustias del ostracismo.

En el libro titulado “Cayo Confites”, en una de sus páginas aparece una fotografía del digno coronel José Alfonseca, ya entrado en años y de vientre abultado.

En un viaje artístico que a Venezuela realizaron Fellita Cabrera “La alondra de Yaque” y Nicolás Casimiro “El cantor del pueblo”, este hombre misterioso en el trato y mucho más en el hablar, pero que cuando alguien se adentraba en su amistoso trato, entonces, y solamente entonces, se convertía en un libro abierto.

Cuando Fellita Cabrera y él regresaron de la fraterna tierra de “El Libertador por antonomasia”. o sea Simón Bolívar. Me susurró “Papá Colás” vaya a mi casa que tenemos que hablar de cosas, con respectos al viaje”. Le di cabalmente cumplimiento a la casimiriana” invitación.

Me encaminé hacia la casa de “Papá Colás”, así lo llamaba yo, desde que lo conocí en La Voz Del Yuna, en Bonao, allá por el 1943. ¿Qué me tenía que contar Papá Colás? Pues lo siguiente, me dijo: “Realicé una hazaña en Venezuela. Y tengo que contársela, para compartir mi satisfacción con usted. En Caracas me propuse encontrar a un hombre, que en el 1930 le quería dañar la fiesta al caballero de la Fortaleza Ozama. O sea Trujillo…. Y me refiero al coronel José Alfonseca. Lo encontré en uno de los cerros de Caracas, en una choza miserable y en estado desastroso”.

“Yo me apené tanto, que con lágrimas en los ojos, le dí la mitad de los dolaritos que tenía. Que no eran muchos”.

¡Cosas veredes Sancho amigo! El coronel José Alfonseca, en esta que es su tierra, es un olvidado. Y mucho peor todavía: Un gran desconocido.

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