López Obrador, México y República Dominicana

López Obrador, México y República Dominicana

Tirso Mejía-Ricart

Conocí a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el año 2003, siendo yo secretario de Estado a cargo del Consejo Nacional de Reforma del Estado (CONARE), luego de la municipalización que yo impulsé del antiguo Distrito Nacional. Fui invitado a visitar México y sus instituciones, siendo este jefe del Gobierno del Distrito Federal de ese país.
En las dos veces que tuve la oportunidad de entrevistarlo entonces, pude percatarme de que estaba en presencia de un líder de envergadura y convicciones firmes, entonces perteneciente al Partido de la Revolución Democrática (PRD).
López Obrador lideró el desarrollo del Distrito Federal, con cerca de 5 millones de habitantes, aparte del Estado de México que lo rodea, que tiene otros veinte millones, un sistema de administración que incluye unas quince municipalidades y sesenta delegaciones sectoriales, lo que ha permitido que haya una instancia subestatal que ayuda eficiente al ciudadano común a resolver los problemas de la vida cotidiana, en lugar de un supermunicipio que rivalizaba con el Gobierno central, como era aquí antes de la reforma municipal.
Esa Política le ganó un amplio respaldo popular que lo catapultó a la postulación presidencial en las elecciones del 2006.
López Obrador fue víctima de fraudes electorales a los que no fueron ajenos los dos grandes partidos políticos tradicionales: el PRI y el PAN; pero la agitación y movilizaciones a que estos dieron lugar, impulsaron reformas importantes en el sistema electoral, que permitieron la transparencia, así como que hubiera fiscales electorales independientes que evitaran la compra y violación de urnas devotos.
Estos cambios, junto al deterioro social en México, producto de la corrupción, la criminalidad y la impunidad prevalecientes en esa nación hermana, condujeron a la victoria aplastante de AMLO en las elecciones del pasado mes de junio, que debe generar una etapa de cambios políticos, económicos y sociales positivos que pueden influir sobre desarrollo de toda la región. Ese camino deberá trillarse en la Republica Dominicana para superar la grave situación política y social que atravesamos.
López Obrador es un político progresista maduro, que supera las desviaciones autoritarias de sus vecinos venezolanos y nicaragüenses, envanecidos y afanosos del poder por el poder mismo; y por tanto no va a caer en la tentación de la corrupción ni de la dictadura, tal como como le han pronosticado sus detractores, sin llegar al ultranacionalismo ni negar el indudable aporte de la iniciativa privada no delincuente al progreso de su país; pero tampoco apoyar el intervencionismo sobre las pequeñas nacionalidades por las razones que fueren.
Le deseamos el mejor de los destinos al extraordinario líder de masas Andrés López Obrador.

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