López reclama la solidaridad con afectados

López reclama la solidaridad con afectados

POR LLENNIS JIMÉNEZ
El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez pidió ayer a la población solidarizarse con los miles de damnificados del huracán Jeanne, porque hay una infinidad de gente que se encuentra en desgracia y con parientes que murieron en las inundaciones. Igualmente, el Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo solicitó ayuda para Haití también azotada por el huracán.

«Es triste tener que esperar a momentos como son los huracanes, los terremotos, los incendios, para suscitar la solidaridad humana», dijo López Rodríguez.

En República Dominicana, dijo, se vive permanentemente en situaciones de peligros y de  tragedias, y la gente que se ha acostumbrado a convivir con ello, sin preocuparse de su suerte.

Pero cuando se producen calamidades grandes, como las recientes, dijo, todo el mundo se muestra dispuesto a hacer algo.

Precisó que antes del azote del huracán Jeanne, en  barrios, campos y ciudades habían ocurrido barbaridades que de ninguna manera se pueden justificar.

El Cardenal, en el programa Fe y Acontecer que conduce junto a Miguel Franjul los domingos por Televida, dijo que en contraste hay personas que viven en un mundo ajeno a todo lo que signifique la desgracia de los demás.

Consideró que estas personas no cuentan en la sociedad.

López Rodríguez expresó que el problema está en que la persona que «ha hecho del dinero su propio Dios, prescinde de todo el mundo trascendente, la palabra de Dios, la ley de Dios».

Comparó con la situación de Lázaro, el mendigo de la parábola de Jesús que ascendió al cielo, con la de familias pobres que pasan muchas calamidades, de los enfermos solos y ancianos abandonados. Gente sin trabajo, madres solteras y drogadictos, alcohólicos que necesitan una mano amiga.

Planteó que para solucionar estos problemas no basta una limosna, ya que la caridad y la justicia tienen una dimensión estructural y política. Sin embargo, aclaró que las limosnas hay que darlas y se debe ser generoso siempre en hacerlo.

Manifestó que la injusticia y la política siempre están presentes en la mala distribución de los bienes.

Apeló a la aplicación de una sana y correcta administración de los bienes que Dios ha dado.

Subrayó que en el corazón de la doctrina social de la Iglesia el principio del destino universal de los bienes está fuera de discusión, debido a que Dios ha creado todos los bienes del mundo para todos los hombres y mujeres. «Por consiguiente, en momento en que haya una apropiación de esos bienes, por parte de un sector equis de la sociedad, entonces estamos creando ya un problema de justicia en el fondo».

Estimó que el Evangelio, hoy como ayer, es respuesta y luz para las situaciones presentes y los problemas diarios.

Afirmó que Jesús condena la persona que hace mal uso del dinero y recomendó al cristiano tener un sentido mucho más realista de lo que es el dinero. «Lo que Jesucristo condena es poner el dinero en la categoría de Dios. El aferrar el corazón al dinero», dijo el Cardenal.

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