López sugiere canalizar cauce de río desbordado

López sugiere canalizar cauce de río desbordado

JIMANI, Independencia.- La Conferencia del Episcopado Dominicano ofició ayer una misa de novenario en memoria de los más de cuatrocientos residentes de esta ciudad que murieron el pasado domingo 24 a causa del desbordamiento del río Blanco.

Los obispos dominicanos concelebraron la misa que presidió el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en el parque central.

Resaltó López Rodríguez que esta comunidad tiene tres grandes necesidades que enfrentar: la agricultura, que quedó destruida; la vivienda y la canalización del río Blanco.

El obispo de Barahona, Rafael Felipe Núñez, en su introducción a la celebración eucarística manifestó que el amplio lecho abierto por el río se encuentra en varias partes en un nivel más alto que parte de la ciudad lo que advirtió se convierte en una amenaza.

«Urge, pues, un estudio y enfrentar la situación, tal vez incluso más urgente canalizar y amurallar la zona del río que bordea la ciudad para prevenir próximas desgracias y estamos ya empezando la temporada ciclónica», indicó.

Al inicio de la misa, el obispo Núñez hizo el preámbulo, para que se construyan en un lugar más seguro las viviendas que se entregarán a los damnificados, gracias a la generosidad de instituciones y de personas.

«Nuestras más sentidas condolencias a todos los familiares de los muertos. Estamos profundamente unidos con ustedes. Nuestra Iglesia Católica local ha acompañado a Jimaní desde la misma madrugada del lunes, comenzando por nuestros abnegados sacerdotes José Ramón de la Cruz y Fernando Peña, a quienes agradecemos su entrega total, su testimonio, su amor extraordinario en esta comunidad», subrayó.

Asimismo, resaltó que ha habido la solidaridad de todas las comunidades de la diócesis y de los aportes de las iglesias locales y equipos humanos que cada día han ido a trabajar.

El cardenal López Rodríguez durante la homilía dijo a los presentes, en su mayoría afectados con la tragedia, que no era posible convencerlos de que aceptaran su cruda realidad por la forma en que se produjo.

«Hay que dejar que el corazón llore y esto es un proceso lento de acomodarse a esa idea, el saber que los seres que queremos no están. Quiero decirle a estas personas que están llorando a sus seres queridos y lo lloran con toda legitimidad, con todo derecho, decirles que el Señor los mira con compasión. Jamás podemos entender por qué esas cosas suceden y cómo Dios lo permite», expresó.

Dijo que el deber de la Iglesia es acompañar a los afectados tanto por los fallecidos por los que quedan impactados por la catástrofe natural.

Expresó que si bien es cierto que no se tienen respuestas frente a la muerte, se puede asegurar que pocas realidades humanas tienen tanta iluminación en las páginas bíblicas como la misma muerte.

En declaraciones previas, el cardenal López Rodríguez resaltó la solidaridad tanto de la comunidad internacional como de los propios dominicanos, dijo que debe haber una ayuda sicológica y siquiátrica para ayudarlos a salir de su dolor y tragedia.

Estimó que solo viniendo a ese lugar es que se puede hacer una idea de lo que aquí sucede.

Andrés Aferrante, encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica, leyó un mensaje que envió a la República Dominicana Su Santidad Juan Pablo II, con motivo de la tragedia en Jimaní. Tanto el mensaje del Papa como la misa fue oficiada en español y traducida al creole.

Los concelebrantes presentes en la misa fueron monseñor Fabio Mamerto Rivas, el obispo de San Pedro de Macorís, Francisco Ozoria; monseñor Nicanor Peña de Puerto Plata, monseñor José Grullón, de San Juan de la Maguana, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, de Santiago; Jesús de Jesús Moya, de San Francisco de Macorís y Freddy Bretón, de Baní.

También fueron concelebrantes los sacerdotes de la parroquia de Jimaní.

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