Los “enragés”, envidiosos demonios sin paz…

Los “enragés”, envidiosos demonios sin paz…

Más que a los radicales franceses que durante su revolución estaban a la izquierda de los jacobinos exigiendo la represión contra toda actitud anti-revolucionaria, al recordar el término galo “enragé” he pensado más bien en aquellos furibundos que militaron en el periodismo de hace más de un siglo, citados por el licenciado Manuel A. Amiama en su folleto “El Periodismo en la República Dominicana”.

Re-leer al licenciado Amiama ayuda a entender muchos lisios del periodismo actual. Contrario a lo que muchos creen, el ejercicio no se ha corrompido en tiempos recientes por efecto de la descomposición social que parece afectarnos. Desde sus inicios, el periodismo dominicano estuvo infectado por el virus de la parcialidad política, por la aguda competencia entre distintas facciones para merecer subsidios oficiales, por la necia asunción de que ser un cagatintas mediático confiere categoría para asesinar reputaciones.

No hace falta indicar a cuál rata de albañal y su gato protector aludo.

En cuanto a la rata, ¡un “enragé” si alguna vez lo hubo! baste señalar, más para beneficio de mis lectores que porque ella merezca respuesta, lo siguiente: 1) hace meses que mi programa no sale por el canal 45; 2) lo de que Bosch hizo una carta de renuncia no es invento mío, está documentado en varios libros, entre ellos el de Miguel Guerrero sobre el golpe del ’63; 3) lo demás que dije sobre Bosch en mi comentario del lunes pasado por Color Visión, como que él mismo había cerrado los locales del PRD erosionando su base de sustentación, no son opiniones sino hechos; 4) lo que sí opiné, al fin y al cabo es sólo una opinión, que si fuera de un despistado como dice la rata, ¿para qué dedicar media página de periódico a despotricar en mi contra?; 5) no soy funcionario pagado de Funglode sino director honorífico sin sueldo de su Centro de Estudios Empresariales; no soy asesor ni funcionario del Banco Central ni del Consejo de Administración de la CDE (aunque sí presido el consejo de la ETED); y ¡ojalá fuera cierto que de esas tres funciones, que erradamente me atribuye la rata, mis ingresos sumaran un millón de pesos mensuales! ¡Dios le oiga para “boronearlo”!

Pero peor que la rata es el gato de sacristía que le permite publicar semejante diatriba. Quizás debería agradecerle la “distingancia” de su reiterativa atención…

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