Los “vértigos” -el Nootropil y el Navidoxine-

Los “vértigos” -el Nootropil y el Navidoxine-

JOSÉ A. SILIÉ RUIZ
Invitados hace unos días por el comité científico del Centro Médico Real a compartir nuestras experiencias respecto de los vértigos y la terapéutica moderna de cómo los manejamos, preparamos en esa oportunidad una conferencia y su resumen es lo que deseamos compartir en esta oportunidad con los siempre amables lectores dominicales. Erróneamente, se suele emplear el término vértigo para cualquier forma de mareo o de desequilibrio.

En una oportunidad en el hospital público que laboramos, en un sondeo científico les hicimos las mismas preguntas a muchos pacientes, sobre sus síntomas relacionados con el vértigo y desde cabeza vana, vahídos, jumera, congestión cerebral, convulsiones, borrachera, desequilibrio, apatía cerebral, atolondrado, retozo de mariposas. Se emplearon todas estas acepciones para referirse a síntomas muy parecidos, lo que nos habla de que no es tan fácil describir estos síntomas relacionados con el mareo y los vértigos.

La oportunidad de trabajar en lo privado en el Centro de Otorrinolaringología, nos permite muy lógicamente atender un número importante de pacientes con quejas en sus sistemas de audición y del equilibrio, entre los que llamamos vértigos “verdaderos” y “falsos”. Aceptamos que los vértigos son una alteración del sistema vestibular, porción cuboidea en el laberinto que controla parte del equilibrio. Una alteración de este sistema vestibular es lo que produce los vértigos, divididos en periféricos y centrales. Pero volviendo a los vértigos “falsos”, estos englobarían: las lipotimias, esas caídas al suelo, con eventual pérdida del conocimiento, el vértigo de las alturas, básicamente psicológico, las cinetosis, el malestar digestivo desencadenado por movimientos en el barco o en los carros, la agorafobia el miedo a los espacios abiertos y algunas crisis epilépticas que habitualmente son fáciles de distinguir.

El sistema auditivo periférico está compuesto del oído, el oído medio, el oído interno (cóclea y vestibular) y el 8 par craneal. Sus lesiones causan: pérdida de la audición, vértigos y titnitus. Ese 8 par craneal tiene la doble función de la audición y parte del equilibrio, la otra parte corresponde a los ojos y el tercer control, es por el mensaje de las articulaciones, y los músculos (propiocepción). La función vestibular es principalmente en esa parte del oído interno donde los canales semicirculares, el utrículo y el sáculo, la cóclea y el propio vestíbulo, son sus principales actores. Hablando de actores, al tratar el tema recordé mis años de infancia, rememoré haber visto una película de “adultos”, en aquella ocasión, en tanda de la tarde: “Vértigo”/ De entre los muertos, de Alfred Hitchock, con James Stwart y Kim Novak, que enfatizaba los aspectos sicológicos envueltos en las patologías del equilibrio.

Los mareos, como expresión pura de alteración del equilibrio, pueden ser separados en tres categorías: vértigo, el desequilibrio y los mareos propiamente. Los vértigos son alucinaciones de movimientos que envuelven al paciente o su entorno. Estos con frecuencia se acompañan de sensación de rotación, la persona siente que “las cosas dan vueltas”, por igual la sensación de irse hacia atrás, de caerse o de rotar. Todas estas manifestaciones se relacionan con lesión vestibular periférica. Los vértigos de origen periférico usualmente son episódicos, con períodos normales entre las crisis. Se acompaña de severas náuseas y vómitos.

En otro orden, la ataxia o el desequilibrio: es la sensación de inestabilidad al caminar. El paciente pude sentirse bien estado de pie, pero nota la dificultad de caminar. Con frecuencia no tienen ni vértigos ni mareos. Esto sugiere una lesión central. Los casos severos de disfunción vestibular bilateral se acompañan por igual de una alteración de movimientos oculares (nistagmus).

Es preciso resaltar que los vértigos periféricos son desagradables pero benignos, es decir que no implican un daño grave en cerebro o tallo cerebral, de éstos el Vértigo de Méniére, es sin duda el más conocido de todos los cuadros vertiginosos periféricos, lo que ha provocado que se use de forma absolutamente indiscriminada y gratuita, para designar cualquier trastorno del equilibrio, y que aún entre la clase médica se comete el mismo error diagnóstico con gran frecuencia.

Corresponde al neurólogo inglés, Peter Hallpike, en el 1938, haber descrito la fisiología del síndrome, estipulando que es una dilatación del laberinto membranoso por el aumento de la tensión de la endolinfa (líquido en los canales semicirculares). Los ingleses que son muy conservadores, todavía durante nuestro entrenamiento en el Instituto de Neurología de la Universidad de Londres, utilizaban en ocasiones la silla de estudios rotatorios que usó el distinguido neurólogo en sus investigaciones originales. Un muy buen amigo dominicano, hoy prominente economista, en sus años de postgrado en Inglaterra tuvo la oportunidad de ser evaluado por nosotros en dicha silla, en el servicio de neurotología del hospital “Queen Square” de la capital inglesa, sede del Instituto.

Para resumir, debemos aceptar que sólo si el paciente tiene crisis rotatoria, tiene la sensación de que da vueltas, o que dan vueltas las cosas a su alrededor, hipoacucia, disminución de la audición, con acúfenos y titnitus, sensación de molestias con los sonidos, o un tintineo de “grillos” permanentemente, se debe hacer el diagnóstico de el Síndrome de Méniére, si no los cumple no lo es, debiéndose revisar la lista, desde migraña hasta tumor cerebral, como neurinoma del acústico, alteraciones cerebelosas, neuronitis, y otras alteraciones vestibulares, pasando por trastornos circulatorios, psicógenos, vasculares, arritmias cardíacas, anemias, traumas, alteraciones metabólicas, degenerativas, etc.

En cuanto a la modernidad de su manejo, claro está que lo principal y básico, es el diagnóstico donde la historia clínica detallada, sigue siendo lo más importante, agregando las pruebas otológicas, una TAC o una Resonancia. En lo particular, usamos la combinación de Nootropil y Navidoxine, por los buenos resultados que hemos obtenido con esta composición, la recomendamos utilizar. Las razones son: efectivos a bajas dosis, no tienen efectos parkinsónicos, atraviesan la barrera hematoencefálica, favoreciendo lo vascular y a los pacientes con síndromes de deterioro intelectual. En verdad, desde el punto de vista de nuestra terapéutica, ésta nos ha resultado la mejor combinación para el manejo de los vértigos, de acuerdo a nuestra humilde experiencia.

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