Los 10 mandamientos

Los 10 mandamientos

MIGUEL AQUINO GARCÍA
Durante la era de Trujillo la capital era todavía suficientemente pequeña para que el «transporte de conchos», una aberración existente solo en este país, llenara mas o menos las necesidades de transportación de entonces. Pero a uno se le antoja pensar que al menor indicio de tener una crisis de transporte como la existente hoy, con repercusión en la economía, desarrollo y nivel de vida de la capital, Trujillo no hubiera titubeado en entrarle al proyecto de un Metro en la capital.

Con todas las desgracias que el estado policial y la represión implacable de aquella dictadura representó para este pueblo, dejando huellas de terror sicológico en el pueblo que tardarán muchas generaciones mas en desaparecer, aquel dictador, así fuera para avanzar su propia megalomanía, para asegurar el control y expansión de un país que en su mente borracha de poder consideraba suyo, hay que reconocer que si bien controló, robó y usufructuó todos los bienes del Estado, tampoco vacilaba en pensar en grande para lidiar con los grandes desafíos de su tiempo. Obsérvese que el proyecto de construcción del hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, aunque inspirado en la celebración de los 25 años de su régimen y en un alocado «reinado» de su hija Angelita, fue también una magna obra de infraestructura concebida con proyección al futuro, y que al día de hoy sigue dando frutos al Estado dominicano, a pesar del pobre mantenimiento que se le ha dado. Aquello costó más de lo que hubiera costado construir un Metro en la capital en su tiempo, y por eso se puede especular que de haberse evidenciado entonces tal necesidad, la creación de un Metro en la capital hubiera sido una realidad, y una  extraordinaria herramienta de desarrollo por las pasadas cuatro décadas. 

Con el anunciado propósito de construir el Metro capitalino, el presidente Fernández está pensando en grande, para lidiar con los grandes desafíos de estos tiempos. El proyecto tiene una magnitud comparable con la de «la feria» en su tiempo, y la pregunta es si la misma es procedente y realizable. La parte política consciente o subconsciente que pueda haber detrás de esta iniciativa, digamos esa humana avidez por dejar una impronta personal, no contradice la virtual necesidad de la obra, ni tiene las mismas motivaciones, -grandiosidad patológica y megalomanía-, que hubieran sido los estímulos primarios de Trujillo para acometer la misma empresa. Sin necesidad de entrar en el cojollito de detalles técnicos, la experiencia vivida por este pueblo en los últimos 40 años en materia de transporte de masas, sirven para la enunciación de estos 10 mandamientos:

  1. A pesar de su costo, el Metro está todavía dentro de las posibilidades de inversión del Estado, y muy por debajo del tope de inversión fijado por el acuerdo con el FMI, según las autorizadas palabras del gobernador del Banco Central. Unos 20 ó 30 años más tarde, el costo aumentado de la misma obra podría convertirla en no realizable. 
  2. Se trata pues de una inversión de infraestructura no solo para lo inmediato sino con miras a las necesidades de futuras generaciones.
  3. La institucionalización del país y el control de la corrupción van más lentos que «los carros de concho». De no invertirse ahora  en el Metro, la corrupción ejercida por «muchos trujillitos» terminaría tragándose como quiera esos recursos, o parte de ellos. 
  4. La inversión en el Metro no impide que se invierta con modestia a la vez en la reestructuración de la OMSA, el plan RENOVE, y otros tollos pendientes de revisión.
  5. La debilidad de nuestra justicia y la fortaleza de la corrupción de «los trujillitos», con desfalcos repetidos de miles de millones de pesos destinados a «arreglar el ransporte», sugieren la necesidad de explorar alternativas fuera del alcance de la cultura del robo. 
  6. Los préstamos foráneos para el proyecto del Metro imponen la implementación de controles externos de esos recursos, cerrando el paso al desmanejo de los mismos.
  7. No todo el mundo construye Metros. La alta tecnología y complejidad de esta obra sería también un amortiguador o freno al robo público de recursos especializados.
  8. Si el Metro se construye ahora, la inversión en el mismo no impediría adecuada inversión de recursos en salud, educación y otras áreas de desarrollo.
  9. De hecho, El Metro representaría una inversión directa e indirecta en educación, salud y la economía toda. Por ejemplo, más de 150.000 estudiantes de la UASD se ubicarían «a tiro de Metro» para poder transportarse con puntualidad a la universidad, los negocios y bienes raíces cerca de las líneas del Metro se revalorizarían enormemente, la rápida y fácil transportación al Hospital de Niños de «la feria» y a la maternidad de Gazcue desde el norte de la ciudad tendría un enorme impacto en las necesidades de salud de decenas de miles de familias pobres, beneficio que se multiplicaría con las futuras ampliaciones del Metro. Igual acceso fácil habría a otros centros de salud, docentes y comerciales.  
  10. Para establecer la utilidad que tendría un Metro en la capital no hay que estudiar mucho, basta con ser dominicano y haber tenido que depender de conchos, «bolas»,  guaguas y voladoras de la ciudad para transporte, durante los últimos 40 años.

Señor presidente hágame caso, pa»lante con ese Metro…

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