LOS 100 AÑOS DE INGMAR BERGMAN

LOS 100 AÑOS DE INGMAR BERGMAN

INCREIBLE CONFESION : » MI VIDA POR BERGMAN » Y LUEGO EL DILUVIO…

Soy un niño. Ya lo dije una vez: toda mi vida creativa proviene de mi niñez. Y emocionalmente soy un crío. La razón por la que a la gente le gusta lo que hago o hacía es porque soy un niño y les hablo como un niño. Ingmar Bergman.

CREAR DESDE LA INFANCIA, A PESAR DE LOS AÑOS…
Ingmar Bergman es una larga mirada. Posiblemente su mejor confesión, la más íntima de todas, es el epígrafe de este texto.
Tiene la urgencia de hacer una confesión, cuando la hace el ego silente se desnuda y dice verdades fundamentales, inevitables.
Desfilan actores, actrices y miles páginas contando historias, en cierta manera, se asiste a una misma sesión, pero la variedad existencial de los planteamientos es tan amplia, que miramos su cine con asombro penetrante.
Hurgar en la infancia como una pequeña cantera humana de historias y personajes tiene muchas significaciones o entendimientos a medias, porque nunca se cuenta todo exactamente, quedan siempre los símbolos que solo el demiurgo maneja a su antojo y discreción.
Hay algo más : no se puede narrar desde la infancia si las historias escogidas no tienen el carácter universal que todo tratamiento requiere en la búsqueda de un lenguaje común de las emociones del género humano.
Contemplado de este modo, el propio Ingmar Bergman regala una clave interesante para bordar toda su obra, al menos la cinematográfica…
Quedará para luego, encajar cada detalle de ternura y sobrecogimiento, de angustia irresoluta por una existencia que la creencia en la fe no puede resolver: callejón teológico que aparece como un laberinto sin fin y que explica la huella en Bergman de un padre, pastor protestante, cuya severidad fue tan agravada, que marcó al hijo en la puesta en escena de la mayoría de sus películas y puestas teatrales.
Narrar desde la infancia es un juego doble: con el público que puede hacer sus propias derivas y del director consigo mismo en la reconstrucción sicológica de un tiempo que el cine le brinda corregido o replanteado. Porque siempre queda el deseo de añorar en la angustia un pasado imposible de recomponer, pero esta última idea hace posible una danza de personajes cuyos referentes solo el director en su alma conoce y que con la frescura de lo histriónico el público compra, como un dolor de cabeza propio, porque mirar el cine de Bergman es comprar un boleto para ayudarle a resolver una angustia extra, condición humana que él supone igual en todas partes.

INGMAR BERGMAN: MATERIA DE SUEÑOS PARA FILMES SOÑADOS.
Existen quienes se han dedicado a realizar el inventario onírico de la historia del cine, tarea sublime que pone en evidencia los recursos narrativos que el cine ha tenido para crear esa categoría de películas que serán muy difíciles de olvidar.
Alguna vez hace más de 100 años, un señor llamado George Meliés realizó lo que sería el inicio de la autopista de los sueños (y sus espíritus), con Las Alucinaciones del Barón de Munchausen (1911). En 1944 Frizt Lang dirigiría a Edwards G. Robinson en Retrato de Mujer (1944) y la saga del cine de sueños no se detendría. Orson Welles haría el Proceso (1962). Federico Fellini llegaría al paroxismo con su personaje Guido encarnado en Marcello Mastroianni en el film Ocho y Medio (1963).
John Huston apostaría a una biografía de Segismundo Freud con Freud Pasiones Secretas (1962). Robert Altman hechizaría con Tres Mujeres (1977)…
Alfred Hitchcock , haría Cuéntame tu vida (1945)…
En fin que el cine de sueños tiene un enorme historial que incluiría además a Akira Kurosawa, René Clair, David Lynch entre tantos otros.
Los grandes temas de Bergman, miedo a la muerte, la existencia, la incredulidad religiosa o la culpa y el pecado, se han construido jugando con la ambigüedad de lo soñado y la realidad. En ese juego con el espectador, a quien involucra de modo sutil y hasta la saciedad, el director maneja con destreza absoluta la profundidad sicológica de cada uno de sus personajes. Para tal fin toma todo su tiempo en el tratamiento de sus guiones sabiendo bien que la diferencia entre dramaturgia y cinematografía es clave para lograr en ambos campos, resultados según el medio escogido. Su materia de sueño opta por sugerencia y al modo freudiano otorga al sueño un éxtasis liberador cuya misión, no siempre, es incidir de modo alterno en la realidad de sus personajes.
El sueño como material de ficción es una excusa bermaniana perfecta para enlazar la memoria a la infancia distante y evocada, guía onírica de sus principales películas de éxito…

BERGMAN:
TODAS LAS PELÍCULAS, IMPOSIBLE ESCOGER O LA UNIVERSALIDAD DE UNA OBRA.

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