Los 100 días de Milei: ajuste fiscal, la inflación más alta del mundo, pero aún con apoyo popular

Los 100 días de Milei: ajuste fiscal, la inflación más alta del mundo, pero aún con apoyo popular

Javier Milei llegó a la presidencia sin gobernadores y con sólo el 10% de los senadores y el 15% de los diputados. Debido a esta hiperminoría parlamentaria, aún no ha conseguido aprobar ni una sola ley, lo que impide consolidar un plan de estabilización de la economía.

«Para un programa de cambio de régimen se necesitan tres elementos: estabilización macroeconómica, reformas estructurales e institucionales y anuncios de gran impacto que marquen un antes y un después. El Gobierno ha empezado a estabilizar corrigiendo los precios y ajustando el sistema fiscal, pero sigue faltando sostenibilidad antes de las reformas que crean las condiciones para la inversión. Lo que tenemos es un cambio de régimen incompleto debido a la falta de apoyo del Congreso», dijo a RFI el economista Luis Secco, director de la consultora Perspectivas Económicas.

A principios de febrero, Javier Milei decidió retirar del debate un paquete de leyes que comenzó con 664 artículos y, tras la resistencia de la oposición, se redujo a la mitad. El gobierno quiere ahora que el paquete vuelva a debatirse con 269 artículos.

La semana pasada, el Senado argentino rechazó un decreto con 366 medidas, por lo que el Gobierno corre el riesgo de una decisión desfavorable en la Cámara de Diputados.

«Si rechazan el decreto, lo dividiremos en otros siete decretos y volveremos a empezar todo el proceso. No vamos a cejar hasta conseguirlo. Sabemos a dónde queremos llegar», advierte el presidente. Según el propio Javier Milei, otras 3.000 medidas para reformar el Estado y desregular la economía esperan en el cajón la oportunidad de ser aprobadas.

De momento, Milei sólo ha conseguido aplicar el endurecimiento fiscal y la liberalización de precios. En otras palabras, hasta ahora sólo se han materializado los costes. La base de los beneficios a largo plazo depende del Congreso.

Se mantiene el apoyo popular

Javier Milei fue elegido con el 55,7% de los votos, un volumen de apoyo popular que mantiene a pesar de la severidad del ajuste, la magnitud de la recesión y el enfrentamiento con diversos actores políticos y sociales.

Según una encuesta de la consultora Giacobbe & Asociados, Milei tiene una imagen positiva del 53,6%. «Es prácticamente el mismo índice de aprobación que los que le votaron. Eso es bueno, pero también indica que el 46% de la población está en su contra. Eso es prácticamente la mitad de la población. Es una cifra alta para un gobierno que acaba de empezar», declaró Giacobbe a RFI.

Estas cifras llaman la atención si se comparan con la inflación acumulada del 71,3% -sin ajustes salariales- desde que el político asumió el poder en diciembre.

Según la consultora Empiria, basada en datos oficiales, los salarios medios en enero se situaban en torno a un 7% por debajo del umbral de la pobreza, lo que muestra una pérdida generalizada de poder adquisitivo.

Sinceridad como credibilidad

Hay cuatro razones principales para que Javier Milei mantenga su capital político, incluso en un contexto de desgaste provocado por decisiones insolidarias.

Ya como candidato, Javier Milei siempre dijo que haría un fuerte ajuste a la economía. Como símbolo de la drástica reducción del gasto público que promovería, adoptó una motosierra como símbolo de campaña. Tras ser elegido, siguió diciendo que la inflación sería alta y extremadamente dolorosa en el primer trimestre. Predijo que la subida sólo terminaría al cabo de dos años.

Otro factor que le beneficia es que Milei libra su conflicto contra lo que él llama la «casta política», es decir, una élite de políticos profesionales, sindicalistas que llevan décadas en el poder y empresarios incrustados en el Estado que no quieren perder sus privilegios.

Según un sondeo de Giacobbe, el 55,9% de la población está de acuerdo con esta opinión, que se utiliza para justificar el rechazo de las leyes en el Parlamento. Lejos de intentar reconciliarse con los legisladores, Milei ataca a sus oponentes, y la opinión pública se lo reconoce. Según Giacobbe, el 45,6% de la población está de acuerdo cuando Milei califica a la Cámara de Diputados de «nido de ratas». Otro 19,3% está parcialmente de acuerdo.

«Cuanto más duro es con la casta, más cerca está de la opinión pública que le apoya, pero aún más lejos de quienes aprueban las leyes que necesita. La pregunta es si el apoyo de la opinión pública es suficiente para contar con un mínimo de gobernabilidad para seguir adelante», se pregunta el economista Luis Secco.

Un tercer factor es que la mayoría de los argentinos también cree que la situación económica actual es una herencia del Gobierno anterior.

Finalmente, la cuarta razón es que, en la oposición, no hay un líder capaz de capitalizar las derrotas o los errores de Milei.

Para Jorge Giacobbe, lo mejor que hizo Milei para preservar su credibilidad fue decir la verdad sobre el grado de dolor que conllevaría el ajuste. «El político clásico está acostumbrado a prometer el paraíso sin dolor. Milei partió de un lugar diferente: empezó con la advertencia de que dolería», compara.

La mayor crítica a Milei en sus primeros cien días de mandato es su forma de hacer política, lanzando ataques a todo el mundo. El presidente tiene una forma agresiva de enfrentarse a los adversarios o a los críticos. Se ha peleado con cualquiera que no piense como él: opositores, periodistas, artistas, gobernantes, incluso con aquellos de los que depende.

«La lógica de Milei no es la conciliación, sino desenmascarar a quienes están en contra de los cambios que una mayoría votó», señala Giacobbe.

Tolerancia social

La pregunta que se hacen a diario analistas, agentes económicos y el propio Milei es: ¿hasta cuándo la opinión pública estará a favor del Gobierno sin ver los beneficios del severo ajuste del 6% en el Producto Interior Bruto?

«La caída de la producción supera con creces la de recesiones anteriores y se acerca a la provocada por el aislamiento forzado por la pandemia. ¿Cuánto puede durar el apoyo público si el periodo de costes superiores a los beneficios se prolonga más de lo previsto?», se pregunta un informe de Perspectivas Económicas.

Durante la campaña, Javier Milei prometió utilizar una «motosierra» y que esta vez el ajuste lo pagaría la «casta política». Sin embargo, hasta ahora el 60% del esfuerzo ha salido de la «licuadora» que ha diluido salarios y pensiones, algo que Milei no dijo ni durante la campaña ni antes de presentarse. El propio presidente reconoce que el déficit fiscal cero de los dos últimos meses fue gracias a diluir salarios y pensiones.

«Hemos logrado evitar la hiperinflación, hemos alcanzado el déficit cero y estamos reorganizando el Banco Central. Todo esto lo logramos a pesar de que la clase política, por la velocidad y magnitud del ajuste, fue una motosierra y una licuadora», admite Milei.

Para contener la inflación, el Gobierno ha evitado la recomposición salarial, lo que ha desatado una oleada de huelgas que paraliza cada semana algún sector del país.

En las encuestas, muchos dicen que pueden aguantar entre seis meses y un año. En el estudio de Giacobbe, el 65,2% está dispuesto a aguantar entre seis meses y cuatro años en el cargo.

«La pregunta a los entrevistados pretende averiguar cuál es la frontera del dolor tolerable. La mayoría de los entrevistados intentan mantener la esperanza en Milei, pero una cosa es decir que aguantarán 48 dolorosas sesiones y otra muy distinta abandonar el tratamiento a mitad de camino porque no soportan el dolor», explica Giacobbe, antes de concluir: «Ése es el gran riesgo para el Gobierno y es lo que creo que ocurrirá», vaticina.

El propio Milei reconoce que se necesitan resultados rápidos para aumentar la disposición de la gente a resistir la recesión. Cuando habla de resultados rápidos, se refiere a reducir drásticamente la inflación.

Por ahora, el presidente sólo puede prometer que «esta vez el esfuerzo dará sus frutos», pero no sólo de esperanza vive la tolerancia social. «Ese es el desafío para los próximos cien días», concluye Jorge Giacobbe.

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