Los 75 años de Francis

Los 75 años de Francis

HAMLET HERMANN
Setenta y cinco años atrás, el 11 de junio de 1932, nació en la capital dominicana Francisco Alberto Caamaño Deñó. Sería asesinado en la cordillera Central de República Dominicana el 16 de febrero de 1973, cuando contaba 40 años de existencia. La última década de su vida fue excepcional y digna de imitar por la juventud dominicana.

Desgraciadamente, la inmensa mayoría de los ciudadanos poco sabe en detalle sobre este personaje. Primero, porque más de cuatro millones de personas, la mitad de los que ahora viven en territorio dominicano, nacieron después de que Francis Caamaño fuera asesinado en 1973. Segundo, porque la política educacional de quienes han gobernado el país desde entonces se ha caracterizado por su entreguismo hacia los sectores dominantes y el poder imperial de Estados Unidos. Ésos han trazado una línea de acción alejada del pensamiento verdaderamente democrático y no permiten que aparezca en los libros de texto un héroe que enfrentó con las armas en la mano al invasor estadounidense y combatió al déspota Balaguer que heredamos de aquella violación.

Los dominicanos hemos sido víctimas propiciatorias de un plan para robarnos la memoria. Por eso muchos no alcanzan a comprender que exaltar a nuestros héroes y mártires es un deber patriótico. Nos han querido dejar sin ejemplos dignos, para que nada cambie, para que todo siga apestando como hasta ahora. A los sectores dominantes no les ha bastado con asaltar gobiernos y bancos desde adentro y desfalcarlos para beneficio propio. Esos atracadores están empeñados en borrar nuestros recuerdos. Ellos quisieran que le rindiéramos culto a los traidores a la patria y a los que asesinaron a nuestros héroes. Pero subestiman quizás la sensibilidad patriótica de muchos dominicanos en un momento histórico que ahora se hace diferente en América latina.

Los ladrones de recuerdos desearían que colocáramos a los renegados en el lugar que históricamente le corresponde a nuestros mártires. Porque, con los traidores como emblema, la perfidia se vería más gratificante que el sacrificio por la patria.

Y ahí reside la esencia del plan que se ha intensificado en los últimos años. La lógica de los asesinos y los traidores se reduce a disminuir la estatura histórica del presidente Caamaño para tratar de ascender por los peldaños de la mentira hasta el reconocimiento por los dominicanos. Porque los asesinos y los traidores al Coronel de Abril creen que robándonos el recuerdo los vamos a eximir de responsabilidades. Como si la historia pudiera alterarse por el simple hecho de vomitar oprobios por los medios masivos de comunicación con la complicidad de bien pagados entrevistadores y supuestos periodistas.

Esos promotores del olvido tratan de convencer a los ingenuos de que, al morir el Comandante de Caracoles en un intento liberador, quedaba demostrada su equivocación. Y resulta que en realidad es todo lo contrario.

No en balde las iglesias cristianas conmemoran con dolor años tras año la pasión y la muerte de Jesús en la cruz. Y reconocen con resignación que su desaparición fue necesaria para que sobre éste se asentara la piedra de su pensamiento y de su acción. Los hechos posteriores al asesinato del ex-Presidente de la República en armas demuestran que, de haberse involucrado en aquel intento de 1973, los sectores democráticos habrían impedido la degeneración que hoy sufrimos. Francis Caamaño fue, junto a Manolo Tavárez Justo, uno de los precursores más puros de la liberación dominicana. Valiente visionario que con su acción despertó una conciencia dormida que mucho mortifica a quienes tratan de evadir sus responsabilidades políticas.

Ante un símbolo de liberación tan colosal como el presidente Caamaño Deñó es lógico y hasta entendible que los sectores conservadores y entreguistas hayan fraguado un asalto contra nuestra memoria. Confían esos malvados en que este pueblo no acostumbra a castigar a los traidores como se debe, a pesar del llamado del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, en ese sentido.

Por la impunidad prevaleciente se atrevieron a traicionar antes, así como hoy estimulan a sus antiguos compinches de fracasos para que los acompañen a reafirmar el fruto de su traición a los compromisos históricos. Sólo que, así como no tienen escrúpulos para traicionar, tampoco tienen visión para comprender que son rehenes de nuestros recuerdos. Por eso han planeado y ejecutado el atraco contra nuestra memoria, para borrar nuestros recuerdos y evitar que tengamos un futuro decente. Pero para desgracia de ellos, mientras ellos no quieren recordar nosotros jamás olvidaremos.

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