Los abogados y los medios de comunicación

Los abogados y los medios de comunicación

En República Dominicana se ha desatado un virus contagioso entre los abogados. Me refiero al afán de publicidad y notoriedad; a la lujuria de aparecer en los medios de comunicación masivos, aireando los asuntos que les encargan y en muchos casos hasta los ajenos.

He visto en TV activos abogados que adelantan a los periodistas los incidentes que se proponen plantear en el juicio, en desmedro de su estrategia de defensa  y en evidente perjuicio de los intereses de sus clientes. Algunos inician los procesos puestos a su cargo convocando una rueda de prensa y los hay que, como ya dijimos, se  pasan el tiempo dando declaraciones sobre expedientes que no son de su incumbencia. Estos últimos  son verdaderos fenómenos, pues difícil resulta a veces a un abogado seguir el curso de sus propios trabajos y, sin embargo, estos letrados pueden opinar de manera improvisada (basta que los aborde un reportero en el pasillo de un tribunal) sobre asuntos externos a su quehacer.

El Código de Ética del Profesional del Derecho, documento olvidado en estos tiempos turbulentos, dice sobre esta conducta: “El abogado no debe utilizar los periódicos para discutir los asuntos que se le encomiendan, ni dar publicidad de las piezas del expediente en los asuntos no fallados aun, a menos que ello sea necesario para la corrección de conceptos cuando la justicia o la moral lo exijan”. Este precepto  es continuamente violado por abogados litigantes, quienes han seguido malos ejemplos de algunos mayores. Se puede afirmar que entre nosotros se ha establecido una escuela en este sentido y desde el más encumbrado hasta el más novel de los abogados amantes de los flashes, entienden que los medios de comunicación son extensiones de las salas de audiencias. Abandonar esta práctica sería contribuir al rescate de la ética perdida.

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