Los Alcarrizos y Pantoja sufren estragos delincuencia

Los Alcarrizos y Pantoja sufren estragos delincuencia

La delincuencia azota a Los Alcarrizos y Pantoja, cuyos residentes están alarmados por las acciones, cada vez mas audaces, de los delincuentes.
En Los Alcarrizos, los delincuentes no le dan tregua a la banca de lotería “Bisonó”, a la que han asaltado cuatro veces en los últimos dos meses. La última vez fue la noche del miércoles, cuando rompieron el zinc y robaron casi cinco mil pesos. Está ubicada en la calle Duarte con La Caridad.
El Pica Pollo Guan Tong también ha sido víctima del delito: dos pistoleros robaron allí 60 mil pesos en diciembre.
El propietario del negocio, Bian Chang, deplora la situación y pide un aumento del patrullaje policial.
Otro que reclama mayor presencia policial es Robin Sierra, empleado de una tienda de electrodomésticos y muebles. Para él, la delincuencia es mayor que el patrullaje.
Algunos, sin embargo, encomian la labor policial. Uno de ellos es Juan Rodríguez, propietario de un taller de bocinas. Su percepción es que los agentes patrullan por las calles; además, dice que aún no ha sido víctima de los delincuentes.
Si Yanelis García está satisfecha con la circulación de los agentes, no deja de manifestar su preocupación por el terreno que han ganado los malhechores.
Pantoja. En este distrito municipal la delincuencia no es tan alarmante como en Los Alcarrizos, pero se da la siguiente situación: los malhechores que operan allí proceden de barrios colindantes. Villa Linda y Los Girasoles son algunos de ellos.
Así lo destaca Nelson Gregorio Comprés, vocero del Consejo Comunitario “Vivir Tranquilo”.
“El barrio es tranquilo, todo el mundo se conoce. Vienen de otros barrios a delinquir”, resalta.
Sus vecinas Idalia Reyes y Maritza Martínez critican la actitud de algunos policías, que se dan al “macuteo” y al “picoteo”.
No solo eso: también denuncian y condenan que unos Toppos, encapuchados y en motocicletas, lanzaron la madrugada del lunes una bomba lacrimógena al colmado Super Fría M&M, lo que afectó al público que celebraba el Año Nuevo.
Los efectos del artefacto fueron tales, que algunos tuvieron que ser bañados con abundante agua y otros líquidos.
A Maritza tuvieron que echarle cerveza y gatorade. Su sorpresa es tal, que no ve razón alguna para que agentes policiales arrojaran la bomba al negocio, pues todos eran conocidos y de la misma localidad.
Otros se sienten tranquilos y seguros en la localidad. Luis Núñez es propietario de un puesto informal de venta de carne, en el mismo parque central.
A su lado, Viviano Evangelista de la Cruz vende embutidos, y expresa que está seguro y protegido.

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