Los alrededores de los hospitales

Los alrededores de los hospitales

Las autoridades municipales del Distrito Nacional hicieron bien en limpiar las afueras del legendario hospital Luis E. Aybar. Ahora no sólo hay allí una estética diferente, sino que el tránsito es más fluido por las calles del lugar y por las aceras.

No hay razones para que las autoridades edilicias permitan que las periferias de los hospitales, de las escuelas y de las oficinas públicas se conviertan en barracas donde se vende de todo, y en paradas de vehículos de motor.

Hemos de esperar que la limpieza que el cabildo del Distrito Nacional hizo en el contorno del hospital Luis E. Aybar lo continúe en otros centros de salud, en los planteles y en los locales de las oficinas públicas.

También es válido en otras ciudades

Los médicos del hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, también se están quejando porque los alrededores de este importante centro sanitario, con categoría de universitario, es utilizado como mercado y como punto de llegada y de salida de vehículos de motor.

Las autoridades no pueden permitir que los criterios propios del “ñangarismo” se impongan en la limpieza y en el lucimiento de las ciudades. Como decían nuestros abuelos, podemos ser pobres pero limpios, decentes, gentiles y bien llevados con los demás.

Los alcaldes tienen que tomar carta en el asunto para que los ciudadanos y ciudadanas indolentes, así como los inmigrantes, no ocupen las calles, las esquinas de las avenidas más transitadas, las periferias de los hospitales, de las escuelas y los colegios y los locales de oficinas públicas.

Da pena y vergüenza ver, sobre todo en nuestras grandes ciudades, cómo las esquinas de las vías más transitadas son “mercados improvisados” para vendedores de tarjetas  telefónicas, de periódicos, de perros y gatos, de golosinas, de espejuelos y otras chucherías, y espacios para que discapacitados, ciegos y “avivatos”  pidan dinero.

Los funcionarios que rehúsan actuar ante estas anormalidades suelen responder que se “trata de un problema de orden social y de humanidad.” Lo dicen una y otra vez y hasta se lo creen. Y dejan que el “problema” se agrande,  se agrave y que todo sea cada vez menos elegante y menos eficiente.

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