Los Angeles Times investiga

Los Angeles Times investiga

JOSÉ B. GAUTIER
Suena el timbre del teléfono. Es lunes al mediodía. Almuerzo. Levanto el audífono: “Diga, por favor. ¿Quién habla? ¿Qué quiere?”. Una voz de mujer con acento extranjero con palabras entrecortadas contesta en el otro extremo: “Yo ser una reportera de Los Angeles Times. Querer hacer una entrevista a José Gautier sobre presencia tropas americanas en Barahona.

Yo leer artículo prensa “Hoy” y Clave Digital usted oponer fuerza militar extranjera en su país.”Llorar mucho lágrimas por Barahona”. Yo llamarme Miss (no oí bien el nombre). Yo cubrir noticias Barahona mi periódico semana pasada. Ver mucho equipo militar pesado allí. Ver muchos soldados mi país realizando ejercicios armas. No  ver programas humanitarios. No pude verlo para preguntar su opinión. Yo interesar mucho usted decir”.

La llamada me tomó por sorpresa y en el tiempo que pasó para identificarme e invitarla a pasar por mi casa para hacerme la entrevista, me informó que ya estaba de regreso en Miami, pero insistió en hacer las preguntas por teléfono: “¿Por qué pueblo dominicano no querer tropas americanas en su país y gobernantes políticos sí?” Conversamos por largo rato. (Me crié en la Era de Trujillo; no caigo fácilmente en “ganchos” y me puse chivo con la llamada, presumiendo que era de algún agente de la Embajada o de la CIA y que la conversación la estaban grabando).

Hablamos de historia. De geografía. De política.

De economía. De todo un poco. Le plantee que la República Dominicana era un país independiente y soberano que se separó en l844 de Haití, antigua colonia de Francia, que la ocupó por interpretación equivocada del Tratado de Basilea de 1795, cuando España cedió su colonia del Este de la isla a Francia y al temor de los libertos negros haitianos, libres desde 1801, independientes como nación desde 1804, de que se restableciera la esclavitud en la isla. (Napoleón I, intentó y fracasó en 1802 y en los Estados Unidos hasta 1865 y en Cuba hasta 1886 habían esclavos).

Que habíamos tenido muy mala suerte con las intervenciones y ocupaciones militares norteamericanas al país de 1918 al 1924 y después en 1965. Que dejaban siempre dictadores como prebostes suyos, en su retirada. Que no veía ahora ningún peligro ni amenaza extranjera militar ni ideológica. Que gozábamos actualmente de una  relativa democracia donde se respetaban los derechos ciudadanos. Que ni Cuba, ni Venezuela representaban peligro ni amenaza para que tantos soldados americanos y dominicanos se entrenaran juntos para cuidar nuestro territorio. Que Haití, nuestro enemigo natural, ya no tenía ejercito. Que militares armados extranjeros eran un atropello a la soberanía de un país chiquito por un país grande.

“Pero mister Gautier, el gobierno dominicano invitar visita tropas”, agregó la reportera. ¿Qué usted opina? “Bueno Miss  Angeles Times, con la extorsión latente de la presencia de los cañones y del pago de los préstamos al BID, del Fondo Monetario Internacional, del DR-Cafta, del Club de París en nuestra endeble economía, ¿quién se atreve a negar un favor a los amigos tan nobles, -los prestamistas norteamericanos?

Hay otro asunto importante que explotan los estrategas de la política exterior americana en este país: el caudillismo. La ambición continuista desmedida y sin límites de ejercer el poder de los gobernantes dominicanos.

Esos que todavía no creen en los sistemas políticos democráticos representativos. Disfrazados de mansas ovejas son expertos en demagogia y en populismo, la corrupción y el fraude.

El caso dominicano está claro: La Constitución de la Republica se modifica a la medida del gobernante de turno. Observa. El gobierno pasado restableció la reelección presidencial. Con el caramelo de apoyar la reelección a los cargos electivos, especialmente la presidencial, y una Junta Central Electoral complaciente es muy fácil que el gobierno americano consiga permiso para que sus tropas ocupen todo el país. Eso se llama podredumbre política, corrupción, aquí en Santo Domingo. No sé como le llaman en Washington.”

“Pero las obras humanitarias que realiza el Ejército norteamericano en Barahona y el mundo, ¿no gusta a mister Gautier?” “Yo creo en abrir mercados, no abrir fosas para enterrar  muertos, ni construir hospitales y  clínicas humanitarias para curar mutilados de guerra como hacen los soldados americanos en Irak, en Afganistán y en Colombia, le contesté. Creo en el libre comercio y la  inversión extranjera con reglas, en el turismo, en las zonas francas y sobre toda las cosas, en la competencia abierta  y transparente en la producción agropecuaria, sin el pago de subsidios gubernamentales a productores para vender excedentes alimenticios a países pobres. La economía agrícola dominicana es un caos por esa práctica desleal norteamericana y de la Unión Europea”.

La entrevista telefónica duró largo tiempo. Fue amena.Constructiva. Hablamos hasta de lo que dijo últimamente el ex-presidente Mikael Gorbachev (el de la Perestroika) sobre los Estados Unidos como poder mundial hegemónico que debía compartir responsabilidades con las demás naciones del mundo y no ser el “gendarme” del universo.

Antes de despedirse Miss Ángeles Times me hizo la siguiente pregunta: “Mister Gautier, ¿pertenece usted a alguna agrupación política de izquierda en su país?” Revivir la política de Joseph MacCarthy, ese macartismo lacerante de los años ‘50, mis derechos vulnerados, lo que le contesté a la gentil periodista (y a mis escuchas) se perdió en el hilo cibernético, en el aire y posiblemente en la grabación que se realizaba. Pensaba, sólo, en el inmortal Charlie Chaplin. ¡Ríe payaso, la comedia ha terminado!

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