Los árboles de la ciudad

<STRONG>Los árboles de la ciudad</STRONG>

 JOSÉ MIGUEL CARRIÓN
Con una inquina que desborda los límites del raciocinio, un grupo de ciudadanos, agrupados en el movimiento Santo Domingo Somos Todos/Todas, ha desatado una serie de ataques en contra del Programa de Arborización que ejecuta el Ayuntamiento del Distrito Nacional en calles y avenidas de la Capital. A esos ataques, que se han convertido en una perversa y bien dirigida campaña mediática, se han sumado comentaristas y medios de comunicación electrónicos, especialmente algunos periódicos digitales.

En esa campaña, con una cargada dosis de desinformación bien pensada y mejor ejecutada, se ha llegado a los ataques personales obviando los criterios técnicos de especialistas que elaboraron la Normativa de Arbolado Urbano, aprobada en 2004 por la Sala Capitular del Distrito Nacional.

Algunos medios, sumándose a la moda de atacar la gestión de Roberto Salcedo, cuando informan sobre las protestas del precitado movimiento, aseguran que tales protestas se producen por la «deforestación» de la ciudad que estaría haciendo el Ayuntamiento. ¡Cuánta objetividad e imparcialidad!. Sé de lo que hablo por mi dilatada vida periodística de ¡32 años! como reportero, redactor y como ex ejecutivo periodístico en medios escritos, radiales y televisados.

En cada nota que se publica sobre el programa de arborización del Distrito Nacional hay saña, desinformación y manipulación expresa de una opinión pública cuya naturaleza es, por antonomasia, ubicarse del lado de quienes enarbolan una pretendida actitud reivindicativa.

Las notas del Ayuntamiento no son publicadas en esa prensa con la misma frecuencia, ni por asomo, de como se publican las «protestas» de Santo Domingo Somos Todos/Todas. Cuando las publican, les dan un tratamiento que deja mucho que desear, con titulares y manejos que distan mucho de un periodismo imparcial y apegado a la verdad.

Pero, en esta campaña, emprendida no contra el Ayuntamiento ni su programa de arborización, sino contra Roberto Salcedo, hay cosas que no se ven, pero que son fácilmente percibidas. Una de ellas es el fin político que persiguen los protestantes, su afán y necesidad de recuperar un espacio que el tiempo y el descrédito les arrebataron. Como en los viejos tiempos, han coincidido perredeístas desacreditados y chantajistas con izquierdistas desfasados.

Esos grupos que hoy expresaron «preocupación» por el arbolado de la ciudad son los mismos que no protestaron cuando la Capital fue sometida a una arborización caótica y desordenada en otras administraciones edilicias con especies como chachá, leucaena, nin, acacia amarilla, laurel, casuarina, javilla extranjera, melina, jina extranjera y otras variedades, la mayoría introducida, que aparte de provocar graves daños a aceras, calles, contenes y propiedades públicas y privadas, tienen un alto grado de toxicidad.

Esos mismos grupos, cuando fueron convocados a una reunión en el Ayuntamiento del Distrito Nacional el miércoles 16 de mayo, en lugar de exponer sus criterios técnicos sobre el programa de Arbolado Urbano, ni siquiera dejaron hablar a los profesionales y autoridades edilicias que trataron de explicar el programa de arborización. En cambio, reaccionaron con insultos y armaron un reperpero que convirtió el salón de la reunión en un escenario vergonzoso.

Esos mismos grupos tampoco levantaron su voz de protesta cuando la «plaza» Omar Torrijos había sido convertida prácticamente en una zona de tolerancia con bares para el expendio de bebidas, establecimientos para la presentación de espectáculos deprimentes y atentatorios a la moral como el llamado «La Lata», que había inprovisado una pista de baile en pleno espacio público, fritanguerías, y se usaba el área verde y de arrecifes en un gigantesco motel de donde el Ayuntamiento retiró millares y millares de preservativos usados.

Un ambiente similar imperaba en Güibia, que también era refugio de malvivientes y escenario de toda clase de espectáculos lascivos.

El Movimiento Santo Domingo Somos Todos/Todas tampoco elevó su protesta por el uso que se daba a la Plaza Juan Barón, como tampoco protestó ante la realidad de que áreas verdes del Gran Santo Domingo, antes de la creación de la provincia, fueron vendidas para la instalación de galleras, de que vendieron incluso los baños del mercado Nuevo de la avenida Duarte, de que el Distrito Nacional estaba convertido en un gigantesco vertedero.

Pierden de vista que durante muchos años Santo Domingo fue víctima de una forestación anárquica, con árboles no aptos para el medioambiente citadino, que causan rotura de aceras, contenes, de tuberías, que taponan los imbornales, que son grandes productores de basura, que agrietan las paredes. Hoy son sembradas especies nativas y endémicas, no agresivas ni invasivas, que no dañan el ambiente y que no tienen que aclimatarse a nuestro medio. Eso lo saben quienes protestan.

Ahora que el Ayuntamiento del Distrito Nacional ha procurado orden, en lugar de recibir el respaldo y asesoría de esos mismos grupos que componen el Movimiento Santo Domingo Somos Todos/Todas, lo que recibe son ataques, con inferencias personales al síndico Roberto Salcedo. En cambio, se han escuchado denuncias de que se estaría vertiendo, no se sabe quién, sustancias químicas para matar los árboles plantados por el Ayuntamiento.

Como hoy no pueden hablar de basura, de corrupción administrativa en el ADN, entonces protestan y denuncian el programa de arborización, aunque saben que nunca como ahora se le había prestado tanta atención a nuestros recursos arbóreos.

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