“Los árboles mueren de pie”

“Los árboles mueren de pie”

El Grupo universitario de Teatro UNAPEC presentó durante dos fines de semana en Casa de Teatro, la obra “Los çarboles mueren de pie”, del dramaturgo español Alejandro Casona, bajo la dirección de Germana Quintana.

Alejandro Rodríguez Álvarez, conocido como Alejandro Casona, pertenece a la llamada generación del 27. La mayoría de sus obras escritas en el período de pos-guerra, durante su largo exilio, mantiene la ortodoxia de la tradición teatral española de ese período, con características comunes en su constitución escénica.

“Los árboles mueren de Pie” es una de sus obras más emblemáticas, apartada de la tradicional “comedia burguesa de evasión, es una pieza neo-simbolista con rasgos del teatro pedagogo moralizante y del teatro de tesis. El autor juega entre la fantasía y la realidad; el ingenio, el humor y la ironía están presentes en esta obra de gran dimensión poética.

El argumento se basa en las derivaciones de los personajes que acuden a una institución fundada por el doctor “Ariel” –personaje recurrente en Casona, aparece en su obra “Prohibido suicidarse en primavera-, con el objetivo idealista de hacer “obras de beneficencia para el alma”, desde esta “Casa de los sueños”.

La puesta en escena, resume los tres actos de la obra, y la fragmenta en cuadros continuos que dan agilidad al montaje. El uso del celular y el vestuario sitúa a los personajes en el presente, pero son atemporales como sus problemas y cuitas, lo que aporta a la obra de Casona otra dimensión.

La inteligente utilización del espacio, se vuelca hasta el proscenio, allí van llegando los más variopintos personajes, sin saber a ciencia cierta en qué lugar están; la cercanía con los espectadores produce figurativamente el rompimiento de la “cuarta pared”. La secretaria –Kirsys Núñez, muestra temperamento, y la mecanógrafa –Sharina Hernández-, muy acertada en su sumisión. Así vamos de sorpresa en sorpresa, el potencial histriónico de los jóvenes actores es incuestionable, cada uno es todo un “personaje”, Alexis Vallejo –el ilusionista-, Angel Diaz, -Pastor Noruego- , Raúl Vanderhorst -el ladrón de ladrones-, y Franklyn Veloz –el cazador-. Trascienden en la trama el señor Balboa, interpretado por Wilson Cabral, cuya actuación es convincentemente emotiva, y Paola Ramos, como Isabel, muestra verdadero potencial dramático.

La intrincada trama inicia cuando el señor Balboa se entrevista con “Mauricio”, el idealista y reflexivo director de aquella casa de beneficencia; este personaje tiene en Jessi Rodríguez un intérprete muy bueno, desenvuelto y grácil. La llegada de Isabel, débil e introvertida, a este encuentro, es vital para la farsa que solo por amor, propone Balboa a Mauricio e Isabel, en la que les pide se conviertan en los nietos de su mujer, a la que ha mantenido engañada para no hacerla sufrir, -teatro dentro del teatro.

El telón se abre y muestra un hermoso salón de época, comienza la ficción, cuya protagonista es la abuela, personaje fascinante, inteligente, que se deja engañar, busca amor y la felicidad de todos. Lidia Ariza apoderada del personaje, en una actuación suprema, logra emocionarnos, cada gesto, cada palabra, cada parlamento, está impregnado de realismo, trasciende su verdadera esencia. Otros dos personajes, Genoveva y Felisa, -ama de llaves y criada-, interpretados por Hanely Del Rosario y Diana Moll, cumplen su cometido.

El clímax de la obra se produce con la llegada de “El Otro”, que no es más que el verdadero nieto descarriado. Brian Payano consigue proyectar este personaje en toda su desfachatez. Lidia Ariza, transformada, se debate entre el amor el dolor y lo justo, y continúa la farsa. Germana Quintana ha logrado mover cada pieza, unificando el todo.

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