Madrid. Los árboles necesitan una media de dos a cuatro años para recuperar sus tasas de crecimiento después de sequías severas, un período mayor del establecido por los modelos globales que relacionan clima y vegetación, y que asumen una recuperación casi inmediata.
El estudio, publicado en la revista Science, sugiere, por tanto, que los bosques, como consecuencia de la recuperación lenta tras una sequía, son capaces de almacenar menos carbono del que se había calculado con los modelos de clima y vegetación y esto implicaría que el cambio climático puede ser también más rápido de lo que se pensaba.
Estas son algunas de las conclusiones de un artículo liderado por William R.L. Anderegg, de la Universidad de Utah (EEUU), y que por parte española firma Jesús Julio Camarero, científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Pirenaico de Ecología (Zaragoza).
Los bosques juegan un papel muy importante en la amortiguación del cambio climático provocado por actividades humanas- los árboles fijan gran parte de las emisiones de CO2 mediante la fotosíntesis y transforman y almacenan parte de ese carbono sintetizado en forma de madera.
Esta regulación del ciclo global del carbono es fundamental para el planeta, recalcó a Efe Camarero, y el hallazgo de que el estrés por sequía retrasa el crecimiento del árbol durante años indica que los bosques son capaces de almacenar menos carbono que lo calculado. “Si los bosques no son tan buenos reteniendo el dióxido de carbono, esto significa que el cambio climático podría acelerarse”, dijo Anderegg en una nota de prensa de la Universidad de Utah.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron una base de datos global de crecimiento de los árboles (Internacional Tree Ring Data Bank), una base construida a partir de mediciones de anillos de crecimiento aportadas por científicos de todo el mundo.
En concreto, estudiaron la recuperación de árboles de más de 1.300 bosques no tropicales, incluidos algunos españoles, después de las graves sequías ocurridas en la segunda mitad del siglo XX, entre ellas las de 1994 y 1995 en España o la de 2003 en el centro de Europa.