POR ANGELA PEÑA
Es la sangre, la revolución, el asalto, el proyecto de alzamiento, inacabable quitar y poner gobiernos. Son aplausos ante los gestos y palabras de valentía, y lamentos frente a la derrota. Tienen el discurso encendido del orador condenando a los traidores, la arenga de un insurrecto llamando a sus valerosas fuerzas a tomar las armas o la voz conciliadora que clama por la paz.

Pero no sólo representan un siglo de revoltosa vida política dominicana. También es valiosa documentación para estudiar la historia social, cultural, económica, literaria, mercantil, las estrategias mercadológicas, las posiciones de la prensa, la creatividad publicitaria, los originales clasificados.

Se trata del archivo que perteneció a Eugenio Deschamps, tan variado en su contenido como versátil era la personalidad de su propietario, una de las figuras más influyentes de su tiempo. La doctora Josefina Padilla Deschamps viuda Sánchez, su nieta, lo donó al Archivo General de la Nación. Era más rico y lo conservaba una hija del literato y político casada con Fernando Suárez, el reconocido luchador antitrujillista integrante del frente interno que esperaba a los expedicionarios de Luperón pero que fue asesinado por el régimen. Una parte fue destruida por miedo y otra por los esbirros.

Las cajas conservadas contienen manuscritos, periódicos, hojas sueltas, proclamas, libros, cartas, telegramas, postales, necrológicas, apuntes, tarjetas personales, planos, mapas, reseñas, artículos publicados e inéditos. El también periodista, escritor, orador, poeta, fue confianza de notables caudillos de la época de los que recibió confidencias que son parte de este acervo. Las conductas, ambiciones políticas, intereses personales de Ramón Cáceres, Horacio Vásquez, Juan Isidro Jiménez, Carlos Morales Languasco, Alejandro Woss y Gil, Demetrio Rodríguez, Desiderio Arias, entre otras figuras que dominaron el escenario público de entonces, están reflejados en el patrimonio que pronto estará a disposición de los estudiosos del acontecer.

“Mon y yo bajamos a Esperanza y nos comunicamos con Demetrio y Desiderio: ambos dicen que dejarían las armas si se quita la candidatura oficial de Morales. En fin, un abrazo para ti y Trina, adiós, tu hermano”. Es una carta de Francisco Leonte Vásquez a su hermano Horacio, desde Puerto Plata, del 21 de marzo de 1904. No es muy consecuente con Morales Languasco del que dice “que no tiene una hoja de servicios muy limpia”.

El “Ilustre caudillo de la actual Revolución Restauradora, Don Eugenio Deschamps”, afirma en Documentos originales para la historia del Gobierno de Vásquez, que Ramón Cáceres “se ha convertido en otro tirano” y relatando sucesos ocurridos a la familia Chaves, “la pesadilla del gobierno de Horacio”, apunta que “el despotismo la arrojó al destierro sin consideraciones de ninguna índole, de modo vil y criminal”.

En su condición de Delegado del Gobierno, Ramón Cáceres ordenaba a los Chaves “ponerse en marcha en el primer tren con destino a la cabecera del distrito de Samaná”, agregando que “a los actuales intereses políticos no le conviene su presencia en esta ciudad”. Los mandó para La Vega, “hasta que las cosas se normalicen”.