Los asesinos de las carreteras

Los asesinos de las carreteras

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los accidentes de tránsito del pasado 23 de febrero en la carretera Duarte y provocados por choferes de pesadas patanas, revive la gran preocupación que existe en la opinión pública por el manejo desaprensivo e irresponsable de seres, a quienes se ha puesto en sus manos un peligroso y costoso instrumento de muerte.

La frecuencia con que los choferes de patanas provocan accidentes, graves y aparatosos, es demasiado alta para que pase desapercibida por las autoridades de tránsito, en que la opinión generalizada es que se ven impotentes ante la agresividad de un sector de los choferes, que pueden considerarse como los asesinos de las carreteras, ya que no transcurre una semana sin que se anuncie la tragedia que ocasionan en las vías públicas.

A mi me tocó, el pasado sábado 16 al medio día cuando regresaba de Bonao, ser rebasado por el tanquero P-19 de la empresa Isla, a más de 120 kilómetros por hora, y yo no venía al paso; para mi, al ver esa temeridad, preferí no competir con ese instrumento de muerte, muy letal si hubiese encontrado un tapón o vehículos que fueran formando una caravana a menor velocidad.

Todos los meses leemos las tragedias que ocasionan esos pesados camiones con cabezotes de alto poder que, si circulan sin carga, más temibles resultan para los usuarios de las carreteras. Y en la Duarte, que por ser de cuatro carriles, así como la 6 de Noviembre o la de Las Américas incita a correr más, y en consecuencia, el bólido de más de 50 toneladas, si está cargado, resulta ser un proyectil disparado por un poderoso artefacto de destrucción masiva.

Pedirles a las autoridades que pongan su atención al manejo desaprensivo de los choferes de las patanas, es como arar en el mar. Los intentos se hacen con regularidad, incluso para las patrullas de camino detener uno de esos artefactos mortales, resulta un engorro para los demás que transitan por la vía, ya que nuestras carreteras no tienen paseos, o los tienen destruidos u ocupados por construcciones ilegales. Entonces prefieren dejarlos transitar con su arriesgada velocidad y con impunidad total.

La aparatosidad del accidente del pasado día 23 de febrero, en el Arroyo Vuelta de La Cumbre, de la carretera Duarte, debería servir de aviso para despabilar a las autoridades para que se decidan ponerle atención a un problema serio, y a la vez reglamentar las condiciones psicológicas de los choferes para ese tipo de vehículos pesados, cosa en que se distinguía a las distribuidoras de combustibles, que eran muy cuidadosas en el pasado en la selección de sus choferes; pero parece que existen ovejas negras en ese sector de choferes, antes respetuosos y cuidadosos.

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