Los banqueros siguen por su cuenta

Los banqueros siguen por su cuenta

Los banqueros norteamericanos y europeos fueron los culpables de la crisis bancaria que luego devino en crisis financiera y terminó en crisis social, con muy altos niveles de desempleo y de déficit fiscales y lento crecimiento en casi todo el mundo. Los banqueros especularon y el pueblo sufrió las consecuencias.

Cuando los presidentes, ministros de hacienda y gobernadores de los bancos centrales miembros del G-20 se reunieron hace año y medio prometieron públicamente pasar leyes que impidieran que los banqueros pudieran actuar de nuevo cómo lo había hecho y así se evitarían nuevas crisis.

Sin embargo, el proyecto que luce que pronto se convertirá en ley en Estados Unidos ha terminado siendo muy débil.  Tan sólo falta la aprobación senatorial.

Los bancos gastaron millones de dólares contratando cabilderos quienes influyeron, sobre todo, entre los congresistas republicanos y los demócratas, para conseguir los votos necesarios para pasar la ley, tuvieron que diluirla.

Como dijo un conocido columnista del “Financial Times”:  “Después de todos esos grandiosos discursos sobre cómo reducir los excesos del capitalismo de laissez faire, los banqueros continúan siendo los jefes”.

En efecto, la versión del proyecto de ley casi no los controla.

El grueso de las medidas fue retirado de ella y serán los reguladores los que tal vez las pongan en vigencia y, aún así, se han otorgado grandes períodos de gracia para que los bancos se vayan ajustando.

 Los reguladores enforzarán la ley, diseñando las regulaciones y los banqueros prefieren bregar con reguladores que con congresistas.

Mientras tanto, los banqueros siguen recibiendo sus altas bonificaciones.

La “regla Volcker”, llamada así por haber sido promovida por Paul Volcker, el ex -Gobernador de la Reserva Federal, buscaba impedir que la banca pudiese invertir, especular en peligrosas inversiones, por su cuenta y riesgo, es decir con su propio dinero y no el de sus clientes, pero ha sido aguada para autorizar que los bancos inviertan hasta un 3% de su capital en fondos mutuos y que los que hoy se excedan de esa proporción tengan unos generosos 7 años para vender esas acciones.

Además, se calcula que tan sólo tendrán que salirse de un 10% de sus actuales inversiones en los peligrosos derivativos.  No se vuelve a la segregación de 1933 entre banca comercial y banca de inversión, algo que fue eliminado en 1999 durante el gobierno de Clinton y que condujo a la crisis.

En Europa, donde se esperaba una iniciativa regional, la Unión Europea no se ha podido poner de acuerdo, por lo que cada país está considerando medidas a nivel nacional, que difieren de un país a otro sin buscar convergencia.

Las nuevas normas de Basilea 3 que aumentarían el capital de los bancos, enfrentan la oposición de estos. En resumen, que por falta de nuevas y efectivas regulaciones los bancos en Estados Unidos y Europa podrían crear una nueva crisis.

En nuestro país, hace alrededor de 25 años, la Iglesia Católica trató de que se pasaran leyes que regularan mejor a los bancos y dieran mayor autonomía al Banco Central y a la Superintendencia de Bancos, pero enfrentó la oposición de los banqueros y eso permitió la crisis bancaria del 2003.  Pero esa tragedia, por fin logró que, con el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), nuestro gobierno pasara leyes y resoluciones que en efecto “blindan” a nuestros bancos, los cuales, igual que los canadienses, país donde hay leyes que no existen en Estados Unidos y Europa, no se vieron afectados por la crisis internacional.

A pesar de eso, falta legislar en nuestro país para otorgarle verdadera autonomía a nuestro Banco Central y evitar que, de nuevo, se politice la Superintendencia de Bancos.

Moraleja: si usted tiene plata afuera y  por alguna razón no la quiera traer, póngala en bancos canadienses y si tiene algo en contra de los canadienses, póngala en bancos australianos.

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