Los barrios capitalinos pasan el huracán Irma en tranquilidad

Los barrios capitalinos pasan el  huracán Irma en tranquilidad

Agradecidos de que el huracán Irma no causara mayores daños y aprovechando el tiempo libre que dejó el paso del fenómeno para estar en familia, así transcurrió el día de ayer para los moradores del Distrito Nacional.
Las calles en algunos sectores lucían casi desoladas, pues la gente prefirió estar en casa.
“Gracias le damos a Dios que fue que lo hizo todo, porque sino, hubiésemos estado en el suelo, pero el hizo la obra”, contó la señora Dulce Figuereo del sector de Villa Juana, quien agradece que el huracán cambió de rumbo, sin dejar grandes daños en el país.
Sin embargo, otros como Emilio Cruz, se quejaron de la alarma extrema que hicieron las autoridades, cuando realmente sabían que el huracán no impactaría de tal manera. Para él todo se trató de una componenda de las autoridades con los comerciantes que ante el aviso del fenómeno incrementaron sus ventas de manera considerable, por la gente que buscaba abastecerse.
Tras el Gobierno suspender toda actividad tanto en el sector público como privado, la gente dijo que aprovechó la estadía en casa para compartir con la familia y vecinos.
Era común en las esquinas y colmados encontrarse gente compartiendo una partida de dominó, disfrutando de la frescura del clima, la lluvia había dado un receso, incluso tomando cerveza.
A los niños y jovencitos también se les veía en las esquinas de los edificios contemplar el panorama o planear alguna entretención.
En zonas como Ciudad Nueva, la gente si acaso se asomaba a la puerta. En otras como el Malecón, al que se impidió el paso, era casi nulo.
En el recorrido de HOY por varios barrios capitalinos se veían los grandes comercios cerrados y solo algunos informales, específicamente del sector de alimentos, que tanteando el clima, decidieron salir a probar suerte.
En sectores caracterizados por el comercio, como Villa Consuelo, las grandes tiendas estaban cerradas y poca gente se veía en las calles.
Solo el mercado permanecía con puertas abiertas y una tímida presencia de clientes.
Algunos vendedores argumentaron que como vivían de la “chiripa” no podían darse el lujo y dejar de salir a la calle, aún con las malas condiciones del tiempo que se anunciaron, pues tenían compromisos que cumplir.
Admitieron que las ventas estaban muy bajas, y que su esperanza era que quien no se abasteció el miércoles, fuera ayer, explicó Rafael Ventura, quien vende pollos en el mercado de la Mella.

Una constante fue el cúmulo de basura en las calles, en unas zonas más que otras, como los mercados.

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