Los barrios de la capital estuvieron  en calma durante la huelga; prevaleció la diversión

Los barrios de la capital estuvieron  en calma durante la huelga; prevaleció la diversión

POR LLENNIS JIMÉNEZ
“Hoy es un día de fiesta, no de  huelga”. Con esta frase  describió Yuderca Castillo el día de ayer, declarado en huelga por iniciativa del Foro Social Alternativo. La joven residente en el barrio Simón Bolívar, al parecer, no reparaba en las demandas que hace el grupo integrado en el movimiento popular Foro Social Alternativo.

Su empeño no estaba en las exigencias  para que el gobierno disminuya el precio de los combustibles, aumente los salarios y subsidie el transporte, sino en disfrutar el día de labor menguada. En su barrio, la gente prefirió organizar encuentros de diversión.

En la mayoría de los sectores del Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo, la cotidianidad también se tornó en descanso y compartir.

Primó el juego de dominó y de pelota entre adultos y niños.

  Mientras que las principales avenida de la ciudad fueron militarizadas. A la presencia policial se sumó la actuación de la Marina de Guerra, pasiva y portando armas largas, como pocas veces se había visto en otros paros de actividades.

La gente hizo los acostumbrados esfuerzos, partiendo de la creatividad popular, para abrir piscinas plásticas en medio de la calle. Otros se fueron a los “colmadones” a compartir con amigos entre tragos y música.

Algunos aprovecharon el día de huelga para realizar tareas en el hogar, como reparar techos, verjas o limpiar la cisterna.

En sectores como Villa Francisca, Borojol, San Carlos, Villa Juana y Villa María, mucha gente se veía en los frentes de las casas, en las primeras horas de la mañana.

¿INTERESÓ LA HUELGA?

 El tema obligado de discusión era la huelga. Unos hablaban de su efectividad, otros la criticaban, pero coincidían en que la gente se quedó en su casa por temor a lo que pudiera  suceder.

Acostumbrada a su desgraciada vida, sola y sin dinero, Altagracia Martínez no hacía caso a la huelga en su área de pedigüeña en la calle Palo Hincado esquina Mercedes. A sus 52 años, alejada de los ambientes donde solía pedir, esta mujer figura entre los dominicanos que no les importa si existe razón o no para huelga. Hablando con sacrificio contó que tiene diez años  para comer.

Más arriba,  en la calle Ravelo, en Villa Francisca, Mercedes Martínez y su vecina Maribel Brazobán, aprovecharon el paro para lavar, con  precariedad del agua y escaso dinero para adquirir  comida.

Los barrios Villa Juana y Mejoramiento Social y el ensanche Luperón estuvieron en calma. El comercio mayorista abrió en parte, contrario a las  farmacias, bancas de apuestas, pequeñas tiendas de repuestos y salones de belleza. El comercio informal se retiró de las principales avenidas, lo mismo que  muchos   buhoneros de la calle El Conde y vendedores de los mercados Nuevo y de la avenida Mella.

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