Los barrios: entre el populismo y control social

Los barrios: entre el populismo y control social

El populismo tiene su razón de ser en la lucha contra las injusticias sociales y la pobreza. Pocas veces, los políticos hablan de sus causas, de la estructura de la economía y de la redistribución de la riqueza. Estos prefieren “focalizar la pobreza” para llegar a ella directamente; por eso crean redes, que como tales se infiltran, se difuman, se diseminan en el espacio urbano, sobre todo.

Lejos de involucrar al ciudadano en un ejercicio de democracia política y económica en la búsqueda de soluciones colectivas, esas redes sustituyen las capacidades creativas e innovadoras del pueblo, para asistir socialmente y finalmente controlar policíacamente. Nuestros barrios fueron el espacio escogido para ese ensayo, donde la democracia ejercida se convirtió  en corporativa, alrededor de líderes gremiales o políticos, voceros y vice voceros que se articulan de forma piramidal, semejante a la institución militar que incluye la defensa de la cultura popular, la tradicional, las virtudes y los gustos del pueblo.

Desde Interior y Policía, fueron el Plan de Seguridad Democrática y su Barrio Seguro. El fracaso de esos proyectos se debió a la corrupción a lo interno de la Policía Nacional; por lo tanto, las drogas, el micro tráfico, las remesas y el sector informal siguen siendo las bases económicas de nuestros barrios.

Se capacita, a partir de los Centros Tecnológicos y Comunal, para una inserción mínima y eventual al mercado laboral. Desde la Vice, con el Plan social, Comunidad Digna, se creó la tarjeta Solidaridad, involucrando 600 mil beneficiarios, después fue “La Familia Solidaria”, seguido de los  “Reportes Comunitarios”, también se repartió comida con INESPRE porque “Comer es primero”, después fueron “Chispitas Solidarias” para infantes y finalmente llegaron el “bono luz” y el “bono-gas” con la condición de inscribirse, reportarse, ser supervisado. En definitiva, entre el narco y el gobierno, nuestros barrios y su gente están “bajo control”, censados, arropados entre el cheleo, las nóminas, tarjetas, bonos y los subsidios.

Mientras el Presupuesto Participativo no se ejecuta, los barrios se animan cuando llega por fin, el Presidente. Entonces, Interior y Policía organiza  los aguinaldos, los concursos de piropos, de belleza, de repostería, de sancochos y de habichuelas con dulce y de bachatas, “promovidos” por “voceros y vice voceros” que se infiltraron en los barrios como “observadores” en más de 113 barrios del país. Así se despliega el Gobierno actual en nuestros barrios, dirigiendo y encauzando una democracia con control absoluto de sus movimientos: ¿Cómo se llama eso?

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