Los beneficios de la leche

Los beneficios de la leche

La leche es probablemente el único ejemplo de un alimento natural que ha sido diseñado específicamente como tal y que ha acompañado la evolución de las especies de nuestro planeta. Tal es su valor, que los mamíferos –cúspide de dicha evolución– se definen por la dependencia de la leche en las etapas iniciales de la vida.

La leche lidera todo un grupo de alimentos en las guías de alimentación de prácticamente todas las culturas, y la investigación de las últimas décadas ha permitido convalidar la racionalidad de esta sabiduría cultural. Por ello, resulta pertinente analizar cuál es la contribución de la ingesta regular de lácteos más allá del período exclusivo de lactancia.

Un alimento de alta calidad nutricional: Este «conjunto» nutricional preparado por la naturaleza contiene no solo proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales de muy alta biodisponibilidad, sino muchas otras sustancias de las que hoy comenzamos a contar con evidencias de sus efectos sobre la salud. Dos vasos de leche permiten satisfacer una proporción significativa de las necesidades de calcio, magnesio, fósforo, vitaminas A, B2, B12 y D. Otros componentes de los lácteos han demostrado efectos beneficiosos sobre la salud. El ácido butírico, así como los esfingolípidos, en la reducción del cáncer de colon; polipéptidos y proteínas de la leche, en disminuir el riesgo de hipertensión; el ácido linoleico conjugado (CLA), en la función inmunitaria y el riesgo de ciertas formas de cáncer; el ácido esteárico, en el control de los lípidos sanguíneos; la fermentación con probióticos, en la absorción de lactosa, de otros nutrientes, la mejoría de la inmunidad y la disminución de ciertas enfermedades infecciosas. Comienza a emerger un sólido conjunto de evidencias acerca del papel del calcio en el control del peso corporal, la prevención de la resistencia periférica a la insulina, la hipertensión arterial y de la toxemia gravídica. Es interesante resaltar que el efecto del calcio aportado por los lácteos alcanza a duplicar al farmacológico. Más allá de su mejor biodisponibilidad, es la presencia de otros compuestos biológicamente activos la que explicaría esta mejor eficacia.

Ingesta de calcio y consumo de lácteos: Es realmente muy difícil alcanzar a cubrir los requerimientos de calcio si no se incluye en la dieta el consumo regular de lácteos, y es uno de los pocos nutrientes que la población –aun con escasos conocimientos de alimentación– suele identificar como una díada indisoluble: leche = calcio. Las ingestas recomendadas de calcio se vienen incrementando década tras década, tanto por el mayor conocimiento de su importancia en la salud como por el hecho de que la mayor esperanza de vida y el sedentarismo nos obligan a mantener un mayor consumo para sostener nuestra masa ósea saludable. Prácticamente todos los estudios en ámbitos urbanos de distintos países de América latina demuestran una baja ingesta de calcio. Si se consideran las encuestas, en el país de la región con mayor ingesta aparente de leche, la Argentina, más del 75% de la población no alcanza cubrir sus ingestas dietéticas recomendadas. Puede decirse sin lugar a dudas que la ingesta media de calcio lácteo en toda América latina es baja. Este hecho es muy importante al analizar los efectos saludables del calcio lácteo en las poblaciones, porque su papel beneficioso se ve incrementado especialmente en las poblaciones cuya ingesta del mismo es baja.

Consumo de lácteos y osteoporosis: La osteoporosis es un proceso patológico que se produce por disminución de la cantidad de hueso por debajo de los niveles necesarios para mantener el sostén mecánico adecuado. En la Argentina, puede estimarse que una de cada dos mujeres y uno de cada ocho hombres mayores de 50 años tendrán una fractura relacionada con la osteoporosis. Esta situación se agrava si se considera que el promedio de la esperanza de vida se viene incrementando como consecuencia del proceso de transición demográfico-epidemiológica que caracteriza a toda la región.

La cantidad de calcio que logre incorporarse al hueso (determinante del denominado pico máximo de densidad ósea) y que se logra alrededor de los 20 años es crítica para que se acumule una cantidad de calcio que permita enfrentar el balance negativo que comienza a partir de los 50 años. Durante la adolescencia se incorpora alrededor del 45% del calcio óseo y la ingesta de calcio en la dieta (así también como la actividad física) en este período contribuye a conformar una masa ósea más densa. De allí que el consumo de calcio en los primeros años de vida es una de las estrategias preventivas más eficaces para la osteoporosis, especialmente si el calcio es ingerido en forma de leche y sus derivados ricos en calcio. Es que la leche, además de calcio, aporta vitamina D, fósforo y vitamina K, importantes en el proceso de osificación.

Lácteos, calcio y obesidad: La obesidad surge de una de una condición multifactorial cuyo resultado final es el aumento del compartimiento de grasa corporal. Varios estudios muestran que los grupos que fueron tratados con calcio o con una mayor ingesta de leche presentaron consistentemente un menor riesgo de sobrepeso. Por cada 300 Mg. de calcio adicional se observó una disminución en el compartimiento de grasa corporal de 1 Kg. en los niños y de entre 2,5 y 3 Kg. en los adultos. En estudios poblacionales, por cada ración adicional de lácteos el riesgo de obesidad (también de hipertensión) disminuiría un 20%. El mecanismo de esta asociación pareciera estar relacionada con la capacidad de oxidación del tejido graso. Ingestas elevadas de calcio producirían una disminución de los niveles intracelulares de calcio en el tejido adiposo, lo que promovería la oxidación de las grasas en lugar de su depósito. Por el contrario, bajas ingestas de calcio dietético producirían el efecto inverso. En forma similar a lo descrito en la osteoporosis, el calcio proveniente de los lácteos ejerce un significativo papel en la prevención de la obesidad.

Lácteos e hipertensión arterial: Diversos estudios sobre la suplementación de calcio demuestran que el calcio ejerce un efecto beneficioso sobre la presión arterial. Cuando el calcio se incrementa como consecuencia de un cambio en la dieta con mayor consumo de lácteos, la respuesta en la tensión arterial es aproximadamente el doble que la obtenida con la suplementación de calcio. Se ha comprobado una significativa disminución de los valores de tensión arterial en las personas que recibieron una dieta rica en lácteos y frutas por sobre los que recibieron una dieta rica en frutas y vegetales solamente. A su vez, los resultados evidenciaron que los cambios en la dieta ejercían un efecto de magnitud farmacológica y que los lácteos juegan un papel importante en la modulación de esta respuesta.

Consumo de leche y litiasis renal: En el Nurses’ Health Study II, una investigación prospectiva sobre más de 96.000 mujeres de edad media en USA se demostró que el mayor consumo de lácteos –no así de suplementos– se asoció con una disminución del 27% del riesgo de litiasis renal en los 8 años de duración del estudio.

Leche y cáncer: Los lácteos contienen numerosos componentes que pueden jugar un papel en la prevención del cáncer. Uno de los que ha estado en el foco de investigación en los últimos años es el ácido cis linoleico (CLA). Aunque existen varios isómeros del CLA, prácticamente todos los que se encuentran normalmente en los lácteos ejercen efectos anticarcinogénicos tanto en estudios in Vitro como experimentales en cáncer de colon y de mama.

Fuente: Salud.com

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