Los bonos soberanos: ¿aventura financiero?

Los bonos soberanos: ¿aventura financiero?

La deuda externa dominicana es de 5,849 millones de dólares a diciembre del 2003, lo que representa el 35% del PIB. Entre el año de 1997 y el 2000 la deuda disminuyó en US$-121 millones, pero entre el 2001 y el 2003, es decir en tres años, la deuda externa aumentó US$2,165 millones. El pago de intereses de la deuda externa pública ha crecido.

En el 2003 los intereses pagados equivalían al 75% del gasto ejecutado por la Secretaría de Educación Publica y en los tres primeros meses del 2004 se ha pagado un 60% de lo ejecutado en el 2003, es decir RD$4.2 mil millones en relación a RD$7.0 mil millones. A ese ritmo podemos terminar el año con pagos por concepto de intereses del orden de los 12 mil millones de pesos. El presupuesto del 2004 contemplaba un pago por servicio (intereses mas capital) de la deuda externa del orden de los 800 millones de dólares que al tipo de cambio de 45×1 representa cerca de un tercio del presupuesto.

Entre 2001 y 2003 el gobierno argumentó que el país tenía capacidad de endeudamiento, tomando como referencia el PIB. Ese fue un error, tal como dijimos en su momento, porque debió utilizarse como referencia los ingresos/egresos públicos a fin de determinar la capacidad de pago de principal e intereses del gobierno. La experiencia de Jamaica de los noventa fue bastante educativa en ese sentido.

El endeudamiento más cuestionable ha sido el de los bonos soberanos. Uno de los argumentos principales para usar esos bonos fue el aumento del precio del petróleo y la caída de los ingresos de divisas. Se argumentaba que los bonos compensarían la caída de los ingresos en dólares y estabilizarían el tipo de cambio. Frente a estos argumentos nos preguntamos: ¿Hubo una reducción de la oferta de dólares en la economía dominicana en el periodo anterior de la entrada de los bonos?, es decir, ¿se cayeron los ingresos de las exportaciones de bienes y servicios en una magnitud tal que no podía ser compensada por otra vía que no fuese con los bonos soberanos? ¿Eran los bonos soberanos necesarios para estabilizar el tipo de cambio o contribuyeron a aumentar la incertidumbre y la desconfianza en un gobierno que dispondría de más recursos para gastar sin control?

Para responder a esta pregunta habría que determinar la magnitud del déficit o superávit de divisas. Hay que establecer si los ingresos de divisas registraron una caída sustancial en el 2002 y 2001 con relación al 2000.

Lo primero a destacar es que el precio del petróleo disminuyó en el 2001 con relación al 2000, y en el 2002 aumentó pero estuvo en el mismo nivel del 2001. En efecto, el precio promedio del barril del Brent bajó de US$28.52 en el 2000 a US$24.45 y US$24.96 en los dos años siguientes. En consecuencia el argumento del aumento de precio no se sostiene para 2001 y es parcialmente válido para 2002.

Los primeros bonos soberanos llegaron al país en octubre de 2001, es decir que de acuerdo a los promotores de los bonos soberanos se debía haber registrado una caída neta significativa en los ingresos de divisas en el año 2001 con relación al 2002 que los justificara.

El análisis del saldo neto del movimiento de las divisas entre el 2001 y el 2000 muestra un resultado favorable de US$412 millones. En efecto, los ingresos de divisas cayeron en RD$-355 millones como consecuencia de la caída en las exportaciones, y el aumento de las remesas y la inversión extranjera directa. Por su parte, las importaciones disminuyeron en RD$-789 millones, de manera que la caída de los egresos fue de una magnitud superior que la caída de los ingresos, de ahí el resultado neto positivo. Solo la caída de las importaciones bastó para generar un ahorro de divisas superior a los ingresos de los primeros bonos. En el 2002 hubo un déficit de US$-219 millones con relación al año anterior, pero el saldo acumulado entre 2001 y 2002 fue superavitario en US$193 millones.

Estos resultados expresan que no existía ese constreñimiento que se utilizó para justificar la emisión de los bonos soberanos.

A posteriori, en el 2003, el gobierno argumentó públicamente que el FMI había estimado el shock externo durante los años 2001-2002 en 2,350 millones de dólares (Listin Diario, 13 de mayo 2003). Aunque no se ha publicado el método de estimación, es muy probable que este número sea el resultado de la diferencia entre un valor de tendencia (o potencial) y el valor observado; en todo caso los flujos observados entre los principales rubros de ingresos y egresos de divisas en el 2001 y 2002 muestran un saldo positivo.

Aún más, el déficit de la cuenta corriente entre el 2001 y el 2000 mejoró en US$286 millones y en 2002 registró un deterioro de US$57. En ambos años la Inversión Extranajera Directa compensó el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos (US $-741 millones y US $-798 millones).

En el caso de los segundos bonos soberanos, hasta donde es conocido, fueron utilizados para pagar deuda corriente y no para sustituir deudas, como era el compromiso original, es decir, se está pagando deuda con nueva deuda.   

En resumen, estas cifras son lo suficientemente elocuentes para mostrar que la colocación de los primeros bonos soberanos no se justificaba por la situación de la balanza de pagos. Sus motivaciones habrá que buscarla en otro lado, fuera de la situación económica del país. Los segundos, fue deuda para pagar deuda y no para sustituirla.

Queda pendiente por hacer un análisis detallado sobre el impacto productivo del uso de esos recursos y saber en qué medida el destino de los mismos se hizo de acuerdo a lo establecido por las leyes que los acompañó.

Aunque se requieren más estudios, sostenemos como hipótesis de trabajo que los recursos de los primeros bonos fueron mal gastados, contribuyeron a alimentar la percepción de «botarata» del Gobierno durante el 2002 en la llamada «crisis de confianza» y sirvieron para alimentar la fuga de capitales del 2002 y 2003

La consecuencia lamentable de esta aventura financiera es que le cuesta al país unos US$103.9 millones anuales en el pago de intereses lo que representa más de la mitad del presupuesto ejecutado por la Secretaría de Estado de Educación Publica (RD$9,122 millones) en el 2003, con el agravante de que una nueva colocación de bonos para redimir los dos anteriores probablemente se hará a una tasa de interés superior, dada la situación macroeconómica del país. En esas circunstancias uno se pregunta: ¿cuántos niños y niñas se quedarán sin escuelas, cuántos enfermos sin atención médica y cuánta desnutrición nos habrá costado la aventura financiera de los bonos soberanos? Y peor aún: ¿cuántos tendrán que morir, porque los cuartos del presupuesto en vez de utilizarlos en los hospitales habrá que utilizarlos en el pago de intereses de unos bonos que no eran necesarios y cuyos usos no han sido debidamente explicado y hasta ahora parecen tener un destino dudoso, sino es que clientelista?.

———-

cearahatton@verizon.org.do

Publicaciones Relacionadas

Más leídas