Londres. Una sensación agridulce invade hoy a los británicos que votaron a favor y en contra del brexit, al verse ante la irreversibilidad de su próxima salida de la Unión Europea (UE), en una decisión que ha polarizado por completo al Reino Unido.
La campaña «Vota por Salir» ganó con el 52% de los votos, frente al 48% de los conseguidos por los partidarios de permanecer en la UE, en un plebiscito que alcanzó una participación del 72,1%, la más elevada desde 1992.
Partidarios y detractores del «brexit» compartían hoy un sentimiento de estupefacción por un resultado que aunque entraba dentro de las probabilidades más realistas, también dejaba cierto espacio para la esperanza de mantener los lazos después de que los últimos sondeos en la noche del jueves dieran la victoria a la permanencia y la economía parecía florecer.
Las consecuencias de esta decisión ya se han empezado a ver en la economía y la sociedad británica, no solo por el desplome de la bolsa y de la libra, sino también por el anuncio de dimisión del primer ministro conservador, David Cameron, y el aviso de Escocia (que ha votado mayoritariamente por mantener los lazos con la UE) de que podría convocar un segundo referéndum sobre su independencia del Reino Unido.
La inquietud sobre el futuro del país se palpa en las calles. Mick Williams, un joven emprendedor londinense que a su vez trabaja en finanzas, se confesó en estado de conmoción: «Aun no me puedo creer que la gente haya apoyado la decisión de salir de la Unión basándose en promesas vacías», aseguró a Efe.
«Esto llevará a años de incertidumbre. No sé en qué dirección va a ir ahora la economía del país. Nadie lo sabe», dijo.
Williams también señaló que le parecía «denigrante que Londres y Escocia -regiones en las que ganó el voto por permanecer en la UE- se vayan a ver afectadas por los votos de salir de zonas más rurales».
Mientas, Tim Casey, un chófer que estaba descansando en un parque del adinerado barrio de Mayfair, al noroeste de la capital, no ocultó su felicidad ante el resultado.
«Creo que el centro burocrático de Bruselas está demasiado lejos de la gente y no saben lo que los británicos queremos», argumentó mientras ojeaba el periódico.
Según el conductor, el Reino Unido «solo es una pequeña isla» y la gran cantidad de gente viviendo en ella «ha afectado a los servicios públicos del país».
Casey razonó su argumento poniéndose como ejemplo: «Yo mismo, que he pagado impuestos toda mi vida, no puedo conseguir una cita con el médico porque somos demasiados y eso que mi mujer trabaja en cirugía».