Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
A veces hace falta que aparezca alguien y nos diga cuatro verdades. Alguien que nos haga ver lo pequeños y ridículos que somos frente a las complejidades de la vida. Porque solo así podemos ser capaces de comprender nuestra insignificancia y de darnos cuenta, de repente, de que no es verdad que el universo gira alrededor nuestro.
Solemos vivir en un mundo irreal, el mundo falso como nosotros quisiéramos que fuera. En ese viaje de ilusiones, partimos de un pequeño detalle en el que creemos ver una señal que nos hace soñar¼ nos remontamos entonces en un vuelo lleno de imaginaciones, a la medida de nuestro gusto¼ volamos, ascendemos¼ hasta que un buen dia ¡zas! aparece esa persona que nos saca del engaño en que nos metimos voluntariamente, nos desinfla y nos precipita violentamente al suelo.
Duele. Pero aunque duele, tiene de bueno que nos devuelve a la realidad, nos hace poner los pies en la tierra, nos recuerda qué poca cosa podemos llegar a ser¼ nos dice la realidad.
La parte positiva es aprender a asimilar la lección que encierra esa caída. No nos enfademos con quien nos estruja la verdad en la cara. Agradezcámosle, más bien. Y cuidémonos, eso sí, de no volver a soñar sueños imposibles.
