RAFAEL MOLINA MORILLO
Los lectores que no son veganos me van a perdonar, pero debo dedicar una última columna (¡prometo que sera última!) al tema de La Vega y su fama de culta y olímpica.

Rafael Gomez Marotto, nacido en Estados Unidos de padres veganos con vena artística, recuerda los cines Rívoli y La Progresista, hoy cerrados, y lamenta que en el parquecito Hostos, convertido hoy en canchas de basketball con sus bleachers y un sol que derrite la calle, los arboles fueron cortados de raiz.

Un señor que solo se identifica como Esquea, me escribe desde Nueva York en el mismo sentido, mientras Porfirio Manuel Valdez Peña propone la creación de dos patronatos, uno pro cultura y otro pro deportes. Ahí queda lanzada la idea, y ojalá que la misma sea recogida y convertida en realidad tanto por los veganos residents en La Vega como por los que están en la diáspora.

Los recuerdos de Jorge Jorge, otro vegano, se remontan a los deportistas Elpinio Jiménez y Cucho Carretero, y al músico Fellito Martínez, que a su juicio deben ser inmortalizados para que las nuevas generaciones los conozcan.

Elacia Vásquez Guilliani, por su parte, me cuenta que es oriunda de Barahona, y compara a su pueblo con La Vega y muchos otros que, según ella, han involucionado. «porque en los recuerdos que tengo de mi niñez, era todo tan diferente…, un malecón de verdad, en el que se podía pasear, montar bicicleta, un parque con una preciosa glorieta donde realizaban las famosas retretas con la banda musical del pueblo y era paseo obligado al que las tías nos llevaban después del matinee, un Casino,  y aunque sé que quiza no podamos tener todo esto de nuevo…si por lo menos lográramos la unidad de los compueblanos no residentes, sería un gran paso….pero ni eso…»

Como puede advertirse, parece que estamos frente a un mal generalizado, al que hay que salirle al frente con decision, voluntad y amor por la tierra que nos vio nacer.

r.molina@verizon.net.do