RAFAEL MOLINA MORILLO
Sobre el caso de los contrabandos de bebidas alcohólicas que ahora ocupa la atención pública también se habla de que se investigará hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga. Pero no se hagan ilusiones, amigos lectores, porque al igual que en tantos otros casos de escándalo donde reina la impunidad, aquí no va a pasar nada.
Hablo con la autoridad que me dan los hechos. Pasemos revista a las denuncias, a los juicios comenzados y que nunca terminan, a las investigaciones que se encomiendan a las «comisiones especiales» y a las promesas sin fin que se han hecho en los últimos tiempos, y comprobaremos que al final de cuentas nadie es condenado.
Con respecto al contrabando de bebidas se anuncia el cierre de quince empresas vinculadas al hecho, muchos detenidos, varios sometimientos y, sobre todo, espectaculares ruedas de prensa.
Pero nada se dice de por dónde y en qué forma entraron al territorio nacional miles de cajas de bebidas, necesariamente a bordo de furgones o camions que no pueden pasar desapercibidos por los puntos de control en la frontera.
Esos camions solo podían proceder de Haití. No hay otro país limítrofe. Y para venir de Haití, tenían que venir por carretera. ¿Cuántas carreteras hay disponibles para ello? ¿Cuantos puntos de control? Pocos y bien definidos. Entonces no debe ser tan difícil determinar las necesarias complicidades en esos puestos.
Pero de eso no se habla. Ni se hablará. Porque en este país la impunidad es la regla y el castigo es la excepción. Está probado y requeteprobado. Lamentablemente, si no erradicamos esa mala costumbre arraigada tanto en los que nos gobiernan como en muchos de los gobernados, no solo tendremos que cerrar 15 empresas por contrabando, sino que también habrá que clausurar el país. r.molina@verizon.net.do