Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Supuestamente, para fracasar solo se necesitan tres cosas: ser honesto, tener capacidad y ser responsable.
Esta formula me la dio con fino sentido del humor el licenciado Emigdio Valenzuela, un connotado abogado que, sin embargo, ha triunfado profesionalmente siendo honesto, capaz y responsable, o sea, que en él la fórmula funcionó al revés.
Pero lo cierto es que el dilema que se plantea hoy día la juventud es escoger entre llegar a ser un miserable honesto, o un rico corrupto. Porque la tabla de valores está invertida y son escasos los que se mantienen apegados a las normas éticas que deben regir toda actividad humana.
Los buenos ejemplos deben venir desde arriba, para que sean imitados. En el gobierno, en la empresa, en el hogar. Cualquiera diría que una golondrina no hace verano, que no vale la pena actuar bien porque uno solo no va a cambiar a la humanidad. Por eso, precisamente, debemos intentarlo e inducir a los que nos rodean para que nos imiten.
No es con simples palabras que vamos a lograrlo. El ejemplo vivo es lo que cuenta. Demostremos al mundo con nuestras acciones que sólo siendo honestos, capaces y responsables podemos asegurar el triunfo.
