Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
El doctor Miguel Eduardo Marte Vargas, quien me halaga al identificarse como lector asíduo de esta columna, se adhiere a la posicion que he venido sustentando, en el sentido de que la crisis que afecta a este país es, ante todo, una crisis moral. Pero él agrega a la situación el ingrediente de la mala educación.
Hay una crisis educacional afirma-, cuando observamos que en nuestro sistema educativo, por cualquier motivo, se paralizan las clases. Es el ejemplo de lo que pasó el día 30 de Marzo, efemérides conmemorativa de la batalla de Santiago y fecha en la cual, por un algún motivo (como un desfile militar) se suspenden las clases en las escuelas de este minicipio.
Quiero comunicarle prosigue- que no estoy en contra de que se recuerden nuestros héroes patrios. Al contrario, la formación que me dieron mis padres y mi condicion de militar, me obligan a rendirle honor a aquellos que lucharon por ideales tan altos. Pero creo que en el momento presente, bajo la crisis en que se encuentra nuestro país, lo que debemos hacer es mantener a nuestros hijos dentro de las aulas por el mayor tiempo posible y no que piensen que por cualquier motivo se debe eliminar un dia de clases. Nuestro país necesita formar personas con capacidades técnicas, nuestro pais necesitas más médicos con vocación de servicio, más jueces que pongan en alto el valor de la justicia, ingenieros que edifiquen obras de calidad, más periodistas que denuncien con responsabilidad las injusticias, pero que también comuniquen buenas noticias y muchas otras profesiones y servicios que necesitamos y que no vale la pena enumerarlas.
¡Qué mejor honor para nuestros patriotas que dentro de las horas de clases se realize un sencillo acto con todos los alumnos indicandoles el motivo y lo que significa tener una patria, para que así no sucedan actos como los que estan sucediendo en el seno de nuestros jovenes.
Hay que darle una vuelta de 180 grados a la educación tanto moral como escolar.
Recordando las sabias palabras de un gran presidente, ha llegado la hora no de pedir qué puede hacer mi país por mí, sino de qué podemos hacer por él. Empecemos recuperando los caminos de la moral, la educaion y el trabajo.
