Los cambios de paradigma en el campo dominicano

Los cambios de paradigma en el campo dominicano

¿Recuerdan los anuncios de Indubán donde aparecían los mellizos Santo y Domingo? ¿O de Felipa y Macario con sus cuentos del folclore rural? No faltaban tampoco aquellos anuncios que exaltaban a la mujer recogiendo los frutos del campo. O los hombres con su arado de bueyes, junto a un cuerno de la abundancia.   Todo eso se extingue por los cambios de paradigma. Ahora el café no lo recolectan Santo y Domingo, sino los haitianos. 

La juventud rural está en extinción. Quedan los viejos soñadores, que cansados por sus años labrando, no tienen otra opción que morir en ella. Esa juventud emigró.  

A nadie le interesa trabajar la tierra, una actividad nada rentable, excepto aquellos rubros ampliamente subsidiados, como el arroz y la habichuela, donde los que se benefician son procesadores e intermediarios. 

La ganadería de leche debió desaparecer hace años por las políticas públicas que favorecen la importación de leche en polvo. Nadie quiere pagar lo que vale un litro de leche pura y nadie puede competir con ganaderos europeos que reciben miles de millones de dólares en subsidios de sus gobiernos.  Producir Plátanos y otros tubérculos es de masoquistas.. Aquí te compran el plátano en finca a RD$1.50 para venderlo en el supermercado a RD$10.00 y RD$12.00. Los vegetales se han salvado porque a Hipólito Mejía se le ocurrió incentivar los invernaderos, aunque quisieron desprestigiar al PRD por esa gran iniciativa. Pero el abandono del campo no es tanto por problemas de rentabilidad, como resultado de un Ministerio de Agricultura que no sirve para nada. Tampoco por las corrompidas importaciones alimenticias, donde se enriquecen funcionarios y políticos.

El problema es que el desarrollo rural desapareció de la agenda gubernamental hace años porque ahí no hay mucho que robar. Las comunidades que rodean esas zonas agrícolas han quedado en el olvido por la ausencia de escuelas o por la pésima calidad de la enseñanza; por el grave deterioro de los caminos rurales y ríos, muchos desaparecidos del mapa geográfico; por el casi inexistente servicio de salud, donde la gente se muere de una gripe mal atendida; por el grave problema que representa el agua potable, donde se camina kilómetros para obtenerla y, obviamente, por la carencia de energía y otros problemas ambientales.

Costa Rica aún sobrevive pero sin metros, túneles y otras grandes obras sobrevaluadas, que es donde la corrupción alcanza su máxima expresión. Es ahí donde está el dinero y no en obritas. Pero gracias a ese viejo paradigma, Costa Rica ocupa hoy una envidiable posición mundial en competitividad y desarrollo humano, mientras la República Dominicana está ubicada entre los peores del mundo.

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