Los caminos de la institucionalización

Los caminos de la institucionalización

La institucionalización del país fue la rápida y sopesada respuesta del presidente Abinader a la pregunta de un acucioso periodista, en el habitual almuerzo del Grupo Corripio, sobre el legado que le gustaría dejar al terminar su mandato.

Dejar una impronta de ese calado en esta sociedad constituye una tarea en extremo difícil, porque el irrespeto a reglas en las esferas pública y de la economía se ha convertido, no solo en una fuente de enriquecimiento y abuso de los poderes legales y fácticos, sino en un importante componente de nuestra cultura. Por consiguiente, implica una labor que requiere el involucramiento de una pluralidad voluntades, de gente no sólo de singular talento y formación, sino de sumo sentido de generosidad.

Institucionalidad significa existencia y práctica de un conjunto de reglas que norman el discurrir de las instituciones políticas y sociales, para garantizar el disfrute pleno del ser humano de derechos de primera, segunda y tercera generación.

Vale decir, libertad real de elegir y ser elegido, acceso a los servicios básicos, y poder salvaguardar el territorio como patrimonio nacional y no del gran capital, sin importar de dónde este provenga. Significa que los sectores religiosos respeten la esfera de lo público, sin detractar ni presionar a legisladores o aspirantes a ese cargo, si estos no se acogen a sus posiciones sobre temas de fe.

De igual modo, que sectores empresariales no impongan su voluntad en las diversas instancias del poder político, que respeten el derecho a la libre sindicalización de los trabajadores y que del Estado no hagan una de sus principales fuentes de acumulación de riqueza.

También que los partidos se hagan representar por aquellos que tienen real solvencia ética/moral y de voluntad de servicios y no, básicamente, por quienes puedan financiar sus campañas electorales. Además, que su cuerpo electoral no lo forme mediante una lista de miles de seudo militantes que, sintiéndose con derechos adquiridos, se convierten en una insoportable presión/dislocación para los gobiernos recién instalados y para cientos de miles de empleados, muchos con iguales derechos.

Institucionalización es gobernabilidad, que no es sinónimo de estabilidad, sino de capacidad de llegar a acuerdos entre la comunidad, el sector público y el privado para garantizar el pleno ejercicio de participación y representación ciudadana en los gobiernos central y local.

Es, separación de los poderes del Estado, sin que el o los integrantes de cualquiera de ellos se desvinculen totalmente de sus electores, como el caso del actual Congreso, e impedir que cualquier transnacional o corporación haga uso discrecional de nuestros recursos naturales. Si, además, el Estado asume su responsabilidad y ofrece educción pública de primera calidad y del sector salud quita las sanguijuelas de las ARS, estaríamos dando un salto sustancial en la institucionalización del país.

Estos y otros logros, harían excelente el eventual legado del presidente Abinader.

Institucionalización es gobernabilidad, que no es igual que estabilidad

Es el legado que le gustaría dejar al Luis Abinader al concluir mandato

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