Los carnavaleros ancianos cuentan su historia

Los carnavaleros ancianos cuentan su historia

POR XIOMARITA PÉREZ
Antes de 1520 ya había carnaval en la ciudad de Santo Domingo, Primada de América, la que actualmente es el centro de las actividades oficiales, iniciándose con el acto aislado (unos días antes del verdadero inicio del carnaval) de la coronación del Rey Califé.

El área principal de celebración es la amplia avenida George Washington, a orillas del Mar Caribe, en el denominado Malecón.

Los personajes más populares del carnaval de Santo Domingo son los Diablos Cojuelos,  Se me muere Rebeca, Califé,  Los Indios, Los africanos  y Los Alí Babá.

Esta tradición de años ha sido cargada en los hombros de hombres y mujeres que por décadas han sido fieles a sus personajes y su carnaval, por lo que hoy tienen una historia que contar.

Los ancianos carnavaleros contaron su historia en un encuentro realizado en la Dirección Nacional de Folclore, dependencia de la Secretaría de Estado de Cultura.

Estos viejos forman parte de la tradición oral de los barrios de la capital, donde se hacía el carnaval como expresión espontánea, constituyendo un patrimonio viviente de esta fiesta popular del pueblo dominicano.

José Ramón López (Momón) duró 43 años disfrazándose de diablo cojuelo, pero su debilidad eran los indios. Veía películas de vaqueros y cuando veía comparsas de indios se interesaba en escuchar lo que decían y poco a poco se fue entusiasmando. Momón tiene 62 años y no lo aparenta. Su cuerpo robusto y su colita no delatan su edad. Está lleno de vida y cuando habla y rememora esos tiempos siente nostalgia y orgullo. Recuerda que en los tiempos de Trujillo los personajes eran pintorescos y era un carnaval barrial que moría en la calle Caracas.

Abel Castellano (Abelito) nació como aquel son, en 1920. Se disfraza del indio Caonabo, y con sus 85 años todavía da pasos danzarios con mucha soltura. Fue indio de Villa Consuelo, la primera tribu de indios que se formó, llamada Lentejuelas “porque un señor era que nos tejía los trajes y para nosotros salir a la calle teníamos que llevar un lienzo que decía: ‘gracia cedida a Trujillo los indios lucen con brillo”,  para defendernos con esa palabra de los policías que nos molestaban, ellos atacaban a las máscaras.

Andrés Álvarez (El Chino) tiene 59 años disfrazándose y aprendió a elaborar caretas a los siete años y lo sigue haciendo, además de impartir talleres a centros educativos. Su madre fue reina del carnaval popular y él fue el Rey del pasado Desfile Nacional de Carnaval. Para el Chino el carnaval de ahora no es el de antes, que era una expresión popular. Aunque en el año 2000 dijo que se iba a retirar, sigue “vivito y coleando” a pesar de que está convaleciente.

Esperanza Baldemora Uben (Fanny) es la india Anacaona y fue la Reina del Desfile Nacional de Carnaval 2005. Una mujer que con sus 68 años de edad contorsiona su cuerpo y tiene una figura que muchas jovencitas envidian. Tiene una pequeña escuela donde enseña a las jovencitas los pasos del areíto.

Jesús María Constanza (Jesús Culí) nació en San Carlos en 1931. “Nos juntábamos en la Teniente Amado a hacer el desfile. Empezábamos a dar vejigazos y ya a las seis de la tarde nos quitábamos las caretas. Los diablos cojuelos éramos los que atraíamos a la juventud haciéndonos los cojos para que se acercaran a ayudarnos y ahí los acorralábamos. A los muchachos les gustaba que les dieran vejigazos para llegar hediondos a vejiga a su casa y se sentían felices.”

César Mejía (César la Diabla) es otro personaje carnavalero que duró 56 años disfrazándose. Nació en Santo Domingo en 1930. Tiene una pierna amputada producto de una enfermedad y eso no lo limita a seguir participando en encuentros carnavalescos, aunque siente el deseo de seguir disfrazándose. “Soy un diablo danzante, yo me disfrazaba y bailaba con coreografía.

José Antonio de la Rosa (Tontón) nació en Vicente Noble en 1927. Ya no puede disfrazarse por problemas de la visión, pero lo lleva en el corazón. Respecto a las vejigas dice que no se hacían, “las buscábamos en el matadero. El primer disfraz que me hice fue un tapi-tapa, la mitad amarilla y la mitad roja con una cinta de seis puntas y en cada punta un cascabel”.

Pablito Mieses, tiene 72 años y 51 disfrazándose de diablo. “Antes había objeción cuando salíamos al carnaval. El carnaval de antes era el que hacía Trujillo con carrozas, se celebraba en el malecón, cuando eso los diablos no participaban. Los colores de los diablos eran rojo, amarillo y verde, ahora usan brillo y lentejuelas”  y agrega que aunque no practica ninguna religión, rezan a la virgen antes de salir “para que nos vaya bien”, ya que todos en mi familia nos disfrazamos.

Pedro Arias (Pedrito la Salsa) nació en la calle Enriquillo en 1935. “Los trajes que uso son de brillo, me los manda mi hija de España. Antes lo usaba de saco porque me disfrazaba de viejo. Trujillo nunca quiso las máscaras y cuando Balaguer no querían que se disfrazaran ni la policía tampoco”. Me disfrazo de bailarín y me dicen Pedrito la Salsa por el baile”.

Cristóbal Brea Pérez (Leíto) nació en la calle Vicente Noble en 1944 y se disfraza desde 1950. A Leíto sus padres lo golpeaban porque se iba detrás de los diablos y luego “un indio me motivó a disfrazarme”.

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