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Bajemos el telón y después de un intermedio de años volvamos a levantarlo. He aquí ahora el Este norteamericano, tal como lo vieron los primeros colonizadores. Las praderas están ahora llenas de caballos salvajes cuyo número, en ciertas regiones, rivaliza con el de los bisontes. Millones de manadas hacen temblar llanuras y desiertos con el estrépito de sus cascos.
Los indios, condenados antes a caminar, son ahora diestros jinetes, quizás los mejores del mundo. ¿Cómo se realizó ese milagro? Fue una de las más dramáticas y trascendentales metamorfosis que jamás hayan ocurrido en tierra alguna. De ella nació ese esplendoroso del Este, que forma parte principalmente de la interesante historia de los Estados Unidos, de su literatura y de la conciencia nacional de su pueblo. En el año de 1519, Hernán Cortés desembarcó en México, llevando consigo los primeros caballos que pisaron tierra norteamericana.