De acuerdo con lo que explica un artículo publicado en la segunda edición de la revista Vida y Familia, editada por la doctora Ana Simó, muchos padres creen que castigar a sus hijos sería dañarlos o, mejor dicho, dañar su autoestima. Esto es un grave error.
Los padres deben entender que los castigos, bien usados, son una herramienta muy útil. Claro está que no se debe abusar de los mismos. Es por esto que se debe aprender cuándo y desde cuándo se puede castigar a un niño. Los padres tienen que entender que una firme disciplina puede ser interpretada para muchos como castigos. Llámelo como quiera. Pero la disciplina firme es necesaria. El verdadero secreto de disciplinar a su hijo es enseñarle el proceso disciplinario y hacer que éste siga sus directrices.
Los padres tienen y deben demandar obediencia a sus hijos. Ahora, tomo en cuenta que la esencia para una buena disciplina y para que sus hijos sean obedientes es una buena y clara comunicación.
Es necesario que los padres expliquen y le hagan entender a sus hijos las reglas del hogar y cuáles son sus expectativas. Y cuando estas se expliquen, deben asegurarse de que sus hijos entiendan que habrán castigos -y en ciertos casos castigos severos- como consecuencia de su obediencia.
¿Cuándo deberán ser severos? Cuando las desobediencias sean severas, cuando el irrespeto sea severo, cuando el niño desafíe al padre severamente, o cuando las malcriadeces sean severas.
Los hijos deben entender que el castigo será proporcional a la desobediencia o comportamiento. Ni más o menos.
Cuando un niño cae en uno de estos comportamientos severos debe ser detenido rápidamente por el bien de todos, ya que cuando el menor cruza la línea de lo severo significa que está fuera de control y puede deteriorar su comportamiento rápidamente.
Es por tal motivo que estos comportamientos deben ser detenidos de inmediato. Luego que el niño pare el comportamiento severo, el padre debe hablar con él para asignar un castigo como consecuencia de lo ocurrido. Un ejemplo de esto puede ser la restricción de privilegios.
La religión es un factor importante en la vida de los niños. Es a través de la religión que los niños aprenden los valores morales y la habilidad para decir no a las actividades ilegales tales como el robo, el uso de drogas, etcétera.
Si los padres se ocupan de educar en la fe a los niños desde temprana edad, el impacto será sustancial e importante para sus vidas. De igual importancia es la relación de los padres con sus hijos desde pequeños hasta la adolescencia. (Cenar juntos, practicar un deporte en familia, u otras actividades.