Los chinos celebran con fiesta 161 años de su presencia en La Habana

Los chinos celebran con fiesta 161 años de su presencia en La Habana

La Habana. EFE. Los descendientes de los primeros chinos que llegaron hace ayer  161 años a Cuba rememoran el acontecimiento en un festival de cinco días en el Barrio Chino de La Habana, donde perduran las tradiciones y la cultura de la nación asiática.

Las estrechas callejuelas que discurren entre las alrededor de 40 manzanas de la barriada situada en la populosa zona de Centro Habana rezuman agitación y bullicio esta semana por los festejos del Festival Chinos de Ultramar, desarrollados en un ambiente marcado por la huella de sus fundadores y de muchos de sus pobladores.

Una de sus habitantes es Margarita Wong Alfonso, hija de un emigrante de Cantón, que hoy administra un restaurante de comidas chinas que ella bautizó como “La Flor de Loto”.

Según confesó a Efe, su vida siempre ha estado ligada a este lugar de la ciudad, y afirma que es “parte de esta comunidad, porque cada calle me recuerda a mis ancestros, a mi papá, uno de los creadores de estos cimientos”.

“Por eso los descendientes estamos trabajando para que este histórico barrio perdure con nuestros hijos y nietos”, agregó, y entre todas las acciones en marcha para lograrlo cita la conservación del arte culinario y también del idioma chino que “hablan, cantan y declaman niños que viven aquí”.

En el Barrio Chino viven actualmente alrededor de 30 personas nativas de China, de edades muy avanzadas. El 3 de junio de 1847 marca la llegada al puerto de La Habana de los primeros chinos, en su mayoría empobrecidos campesinos que venían en busca de trabajo y fortuna, un sueño que pronto se desvaneció frente al duro trabajo que les esperaba en las plantaciones de azúcar, en un momento de serias limitaciones para la trata de esclavos negros.

En oleadas posteriores viajaron algunos chinos procedentes de California, donde habían hecho algún capital y que se asentaron en esta zona de la ciudad, invirtieron en el comercio y crearon una red de pequeñas tiendas de quincallería y porcelanas en el triángulo que desemboca en la calle Zanja, el corazón del Barrio. Afirman que la medicina china es barata, no tienen efectos secundarios, está fácilmente al acceso de la población y la mayoría de las veces cura las dolencias de los pacientes”.

Este médico, con 34 años en la profesión, se considera “heredero” del “ajiaco” (mezcla) de razas.

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Regreso a su país

Falta de recurso
Algunos quisieron regresar a su país, pero no disponían de los recursos económicos necesarios; otros prefirieron continuar su vida en la isla, aunque no dejaron de recordar con nostalgia la tierra que les vio nacer.    Ese es quizá el caso del padre de Felipe Alfonso Chao, quien murió a los 104 años de edad, pero su hijo sostiene que se siente heredero no sólo de la raza sino también de la milenaria medicina natural y tradicional china.  Chao, principal promotor de un foro científico celebrado dentro del festival, subraya que entre las técnicas que más se practican en Cuba está la acupuntura, los masajes y los ejercicios de tai chi. Defiende que la medicina tradicional china es aplicable.

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