Los chismes, control social

Los chismes, control social

Tahira Vargas García

El chisme es una pauta social de connotaciones duales en el imaginario de nuestra cotidianidad.

El chisme tiene una función en la convivencia social. Es el principal mecanismo de información y difusión de la vida cotidiana de la gente en su barrio, su campo, su espacio laboral, fortaleciendo las redes de reciprocidad y la cohesión social.

Las personas acceden al chisme (hombres y mujeres) para conocer e indagar sobre la vida íntima de otras (relaciones de pareja, embarazos no-deseados, poligamia, opciones sexuales distintas) o de sucesos- acontecimientos como son: muertes, peleas, partos, enfermedades o cualquier situación que sea motivo de tristeza o alegría para una familia dentro de la localidad. A veces el chisme favorece la solidaridad y apoyo en casos de dificultad, enfermedad o muerte.

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Los chismes se cuentan diariamente en distintos espacios del barrio o localidad (salones de belleza, juntadera, juego de domino, bingo, billares, paradas de motoconcho, colmados-colmadones) asi como también en lugares de trabajo. Otro escenario de chismes son las redes sociales que expanden los chismes más allá de las fronteras territoriales hacia el espacio virtual.

La reciprocidad presente en el chisme y en el fenómeno del chismorreo convierte esta pauta en un mecanismo de control social con un contenido sexista. Las jóvenes y las mujeres son “controladas” a través del chisme y sancionadas socialmente.

El miedo a “el que dirán” o “lo que piensen los demás” funciona como barrera al cambio social y cultural, fortalece la doble moral como pauta cultural, lográndose así la reproducción de patrones de desigualdad de género y de discriminación hacia identidades diversas.

Las normas culturales sexistas y homofóbicas no se enfrentan directamente. Se evitan las rupturas y enfrentamientos o se ocultan por temor al chisme. Se bloquean las tendencias de cambios culturales en el micro-espacio, barrio, campo o localidad.

La imagen corporal, el uso de vestimentas normalizadas socialmente atrapan a nuestra gente en su imagen externa. Romper con modas, peinados, estilos distintos a la “norma social de apariencia de estatus” se dificulta por el tejido social de resistencia al cambio sostenido en el chisme y el rumor. El miedo al chisme o rumor funciona como sistema de resistencia.

La ruptura con el chisme como sistema social compartido e integrado a la cotidianidad es difícil en nuestra cultura social.

Las nuevas generaciones están rompiendo con el mismo. Sus estilos, modas sostenidos en diversas identidades se extienden a pesar del chisme, trascendiéndolo.

En la medida en que la transparencia y el diálogo abierto crezcan en la interacción social, el chisme disminuye y pierde sentido.

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