Cuando se habla de ellos  miles de adjetivos comienzan a bailar, como en sinfonía macabra, disputándose el honor de definirles. Ninguno es bueno.

Los transportistas, venidos a más en negocios que disfrazan de sindicatos, se han convertido en parásitos de una sociedad que ha permitido que ellos siempre se salgan con la suya.

Subsidiados a más no poder, tomando en cuenta  los programas asistencialistas que hay para ellos y esos tantos otros “padres de familia” que mantenemos cual si fueran nuestros hijos, han hecho del chantaje una  forma de vida.

Ayer volvimos a escucharles exigir, que no pedir tan siquiera, un subsidio para compensar la pérdida que les ocasiona la puesta en funcionamiento de la segunda línea del Metro de Santo Domingo.

Hablando a través de una nota de prensa, los  principales directivos del sindicato de choferes 27 de Febrero  dijeron  que esperan que el presidente Danilo Medina disponga de los recursos necesarios para subsidiar a cada chofer y cobrador de la ruta 17, ya que según ellos se han quedado sin dinero para sostener a sus familias.

 Dicho esto, advirtieron a partir de este momento iniciarán un plan de lucha para exigir  el subsidio, ya que aseguran que la ruta 17 que va desde el puente Francisco del Rosario Sánchez hasta la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) quedará totalmente “eliminada y sepultada”. Todos tenemos derecho a un empleo y a asegurar el sustento de los nuestros. Eso no nos da el derecho, sin embargo, a exigir un subsidio. Porque, en su lugar, ¿no reclaman que se les dé trabajo? Cobrar siempre será más fácil.