Los cien años de La Información

Los cien años de La Información

El diario La Información, de Santiago, arriba en esta fecha a la respetable edad de 100 años, un tiempo de existencia que está reservado a aquellos medios de comunicación que han sabido vencer adversidades económicas, políticas y de otras índoles, siempre posibles en períodos tan prolongados. Desde su debut el 16 de noviembre de 1915 hasta esta fecha, La Información ha exhibido temple de gladiador para defender principios de bien común, los derechos plenos de individuos y sociedad, siempre apegado a las mejores causas nacionales.

El diario santiagués tropezó al dar sus primeros pasos con el primer escollo político que significó para el país la intervención militar de los Estados Unidos. Sus fundadores, Luis A. Enrique Franco Olavarrieta, Pedro M. Hungría y Alfredo Rojas, capearon las turbulencias derivadas de ese acontecimiento sin sacrificar los principios que dieron origen a este medio informativo y sin menoscabo de su papel en la sociedad dominicana.

La Información, que ha pretendido ser un periódico regional, es en realidad un ícono nacional de la expresión y difusión del pensamiento, que ha ganado admiración y respeto como testigo de importantes segmentos de nuestra historia. Nuestro reconocimiento y admiración a todos y cada uno de los responsables de mantener latiendo el pulso de este longevo veterano del diarismo.

Nuestra mala conducta social

El resultado de nuestra pésima conducta social se cuantifica con cifras dolorosas. En los nueve meses que han transcurrido del presente año las muertes por accidentes de tránsito superaron en un 6% las provocadas por homicidios. No es que la tasa de violencia haya bajado, sino que nuestra forma de conducir ha sido más agresiva y temeraria. La merma del respeto por la vida propia y la ajena delata una conducta social de irresponsabilidad enfermiza.

Las cifras del Observatorio de Seguridad Ciudadana sobre muertes por accidentes de tránsito denotan que hace falta trabajar fuertemente en educación vial, pero al mismo tiempo reforzar el régimen de consecuencias, para que las violaciones a las reglas de conducción sean sancionadas con el rigor que corresponda a su gravedad. No se puede conducir como chivos sin ley.

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