Los Clinton derrotados

Los Clinton derrotados

ROSARIO ESPINAL
rosares@hotmail.com
Las recién concluidas primarias demócratas tienen dos lecturas, ambas importantes: el triunfo de Barack Obama y la derrota de los Clinton.

Sin dudas, Obama es un político talentoso, con una fuerza especial en la oratoria y gran carisma personal. Pero estas características no son suficientes para entender por qué un político negro, relativamente joven, recién llegado al Congreso y sin experiencia administrativa- gubernamental obtuvo la nominación.

Una razón crucial fue la determinación de un segmento importante de la élite del Partido Demócrata de sacar a los Clinton del escenario central.

En las primarias demócratas sucede con frecuencia que algún precandidato encarna las aspiraciones de los electores más jóvenes y más liberales del partido.

En el 2004 fue Howard Dean. Pero rápidamente los medios de comunicación, con la anuencia de la élite del partido, se encargan de enterrar las aspiraciones de esos candidatos. No sucedió así con Barack Obama. Veamos.

En el sistema de asignación proporcional de delegados electos en primarias y caucuses (asambleas comunitarias), el apoyo de los superdelegados es esencial para inclinar la balanza a favor de un precandidato u otro.

Hillary Clinton, al ser la política de mayor renombre en la contienda por su conexión con Bill Clinton, parecía destinada a la nominación con el apoyo de la mayoría de los delegados electos y los superdelegados (dirigentes y funcionarios del partido).

No obstante, desde el año 2007, un segmento de la élite partidaria motivó a Obama a competir en las primarias.

Este apoyo se tradujo en una excelente organización de campaña que incorporó la base más activista del partido, similar a lo que ocurrió en el 2004 con la candidatura de Howard Dean, quien es actualmente presidente del partido.

El triunfo de Obama en Iowa con un 38% de los votos, tuvo un gran efecto publicitario, al demostrar que podía concitar el apoyo de votantes blancos.

Esto provocó rápidamente un voto masivo de los negros, que en principio no creyeron mucho en las posibilidades de éxito de Obama. Los negros representan alrededor del 10% del electorado nacional en Estados Unidos, pero alrededor del 95% vota por el Partido Demócrata, lo que les da mucho poder en las primarias de ese partido. Después de Iowa, alrededor del 90% de los negros votó por Obama en todas las primarias y caucuses. Ningún otro precandidato hubiera podido concitar un apoyo tan masivo de algún segmento demócrata para enfrentarse a Hillary Clinton. Obama logró entonces aglutinar tres grupos de electores: los negros, los jóvenes, y los blancos liberales de mayor nivel educativo y económico.

La estrategia dio resultados y Obama empezó a acumular delegados electos en muchos estados donde los Clinton no se prepararon para competir, por asumir que ganarían la nominación con las primarias de los estados grandes como Nueva York, California y New Jersey.

Tampoco imaginaron que muchos superdelegados se decantarían por Obama. Unos lo hicieron temprano en la contienda, y otros se mantuvieron “neutrales”, indicando que apoyarían el candidato con más delegados electos.

El abandono de muchos superdelegados a los Clinton se hizo más evidente cuando en medio de la controversia por las incendiarias declaraciones del pastor de Obama, que hubiese hundido a cualquier precandidato, los superdelegados siguieron decantándose por él.

Es cierto que la campaña de Hillary Clinton fue errática. Se creyeron invencibles y no se prepararon para competir en estados de caucuses, donde se acumulan delegados con pocos participantes. Masculinizaron el discurso de Hillary, temerosos de que el electorado la percibiera una mujer débil, y no siempre encontraron un rol adecuado para Bill en la campaña.

Pero también perjudicial fue el abandono de muchos superdelegados que encontraron en Obama un talento nuevo para desplazar a los Clinton, así como las críticas incisivas de los medios de comunicación, de derecha a izquierda, a la primera mujer con posibilidades de haber llegado a la presidencia.

La derrota es un fuerte revés para Hillary como precandidata y para Bill, el único demócrata exitoso en la política electoral nacional de los últimos 40 años.

Todo ocurrió a pesar de que Hillary ganó las primarias en casi todos los estados que los demócratas necesitan ganar en noviembre para asegurar una mayoría en el Colegio Electoral.

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