Los combates de Simone Veil

Los combates de Simone Veil

Hace algunos años, Inés Tolentino nos entregó un libro magnífico en un estuche también de impresionante belleza. Sin embargo, la hermosura de esta pieza bibliográfica no era lo más importante, aunque contribuyese a su intensidad, a la originalidad y a la grata sorpresa que produce. Es el contenido el que lo distingue, hoy de actualidad más que nunca cuando acaba de fallecer Simone Veil, la gran dama francesa autora del admirable prefacio.
El libro tiene por título “Nuestro combate”, y quien emprendió este proyecto se llama Linda Ellia Abbad, francesa de origen marroquí. Es artista comprometida desde la imagen, aquí como respuesta a la memoria de la atrocidad, de la Shoah y la matanza de millones de judíos. Con esto, “el arte y la vida le ganan a la muerte”, dice la autora…
De proyecto a realidad. Sucede que llegó a sus manos un ejemplar del libro, tristemente famoso, portador de la ideología fundamental del nazismo y del odio a los judíos, “Mein Kampf” (“Mi combate”). El autor era Adolf Hitler, y él lo escribió, en 1925, mientras estaba preso, antes de un ascenso incontenible…
La circulación y adquisición del volumen, inspirador de crímenes contra la humanidad y de millones de exterminios, fue prohibida después de la Segunda Guerra Mundial, aunque no deja de continuar, escondida, la difusión de aquel libro-programa maldito…
Linda Ellia, profundamente conmovida e indignada, reaccionó con horror y rabia ante aquel libro infame, escribió poemas de dolor, ¡decidió volverlo ilegible! Arrancó sus páginas, arrebatada, y las distribuyó, primero a artistas y amigos, después a mucha más gente – hasta aficionados y niños–, con el encargo de embarrar el texto con dibujo, pintura, collage, grafiti, garabatos, color, alquitrán, tinta negra… De instrumento de genocidio se convertiría, física y gráficamente, en vector de memoria.
Ella misma cubrió más de 30 hojas. Fueron unos 600 los que así intervinieron, cada persona produciendo un testimonio contra la guerra y la masacre, su propio testimonio de cólera y condena. Uno de los artistas solicitados fue Inés Tolentino.
La respuesta fue unánime, la conmoción resultó enorme, las “ilustraciones” se mandaron por correo. Gracias a cooperaciones múltiples, se logró publicar un conjunto único de imágenes y volverlas un libro bajo el título de Notre Combat / “Nuestro combate”, a finales del 2007. De ese gigantesco “taller” colectivo, las obras originales luego se expusieron en Francia, Bélgica y Estados Unidos, con inmenso éxito.
Simone Veil. Cuando Linda Ellia enseñó el proyecto a Simone Veil, quien vivió el horror de los campos de concentración e increíblemente rechazó el odio, siempre luchando por los derechos humanos y de la mujer en particular, la militante, política e intelectual, impresionada –lo que no era fácil–, celebró la iniciativa y concentró su mirada en las obras. Varias retuvieron su atención, y ella expresó que Inés Tolentino había hecho una interpretación perfecta, resumiendo el drama de situaciones y sucesos.
Simone Veil escribió el prólogo, un texto vibrante y fuerte, comentando con emoción esta labor testimonial y recordando hechos ominosos que no deben nunca repetirse… Citaremos el cierre de un excepcional prefacio en contra de terror, crueldad y masacres:
“El trabajo de Linda Ellia testimonia esta confrontación. Este libro es una conminación a no olvidar jamás que eso existió. Frente al odio, al antisemitismo, al racismo, ilustra el combate de los que luchan para que la voz de los millones de personas exterminadas, cuyas cenizas han partido en el humo de los crematorios, no zozobre nunca en el olvido. Por ahí, él nos guía en lo que es y deberá siempre ser Nuestro combate”.
Simone Veil se extinguió, el viernes antepasado, a los casi 90 años de edad, y dicen sus hijos que su última palabra, en un susurro, fue: “Merci”…
Fue una vida sobresaliente, que hubiera podido ser tronchada en el albor de la juventud. Como judía, durante la ocupación nazi y su régimen francés cómplice, ella fue arrestada en Niza y enviada al campo de concentración de Auschwitz, junto a su madre y una hermana. Padre y hermano habían desaparecido…
Al decir que no tenía 16 años sino 18, escapó a la cámara de gas, y la sometieron a condiciones y trabajos agobiantes. Recia y fuerte, ella sobrevivió…
Desde 1945, el ascenso y destino irresistible de Simone Veil comenzó. Sucedieron estudios, matrimonio, maternidad, y pronto la función pública, culminando en el Ministerio de Justicia, con un combate permanente por la condición femenina, su protección, su libertad. Fue luego la primera mujer electa presidente del Consejo de Europa, incidiendo en las relaciones estrechadas de Francia y Alemania. Nunca conoció el rencor, ni esgrimió sus sufrimientos propios. El último honor, en 2010, fue su elección, entre “Inmortales”, en la Academia Francesa, expresándole su presidente Vladimir d’Ormesson: “Nosotros la amamos, Madame”…
La muerte de Simone Veil, lamentada en Francia y en el mundo, se sintió como una pérdida irreparable y el fin de una generación de justos. Su morada eterna será el Panteón, cientos de miles firmaron una petición, el presidente de la República Francesa ya lo proclamó: “Simone Veil reposará en el Panteón con su esposo”. La gloria marca el fin de los combates.

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