Los complejos infantiles

<p>Los complejos infantiles</p>

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
Entiendo que para poder hablar de este tema, hay que comenzar mencionando que cuando los niños entran en esa edad en la que comienzan a ampliar su grupo social y se inician en las relaciones con sus amiguitos en el colegio, es que surgen los llamados sobrenombres. Así, a medida que avanzan en el nivel escolar aumentan los apodos y las burlas, las que generalmente se relacionan con alguna característica física destacable, como ser el más gordito, el más bajo, el colorín, tener las orejas grandes e, incluso, tener alguna malformación.

Para llegar a entender esta etapa por la que los niños pasan, debemos tener presente que cuando el niño se aleja del hogar y comienza a relacionarse con otros compañeros ya sea en el colegio o en la calle, está propenso a recibir este tipo de “piropos”, y en ocasiones ni siquiera es necesario que se lo recuerden, basta con que él perciba esos defectos, para que entonces emerjan los complejos. Los físicos son los más frecuentes, aunque también resultan muy habituales los complejos de inferioridad y culpabilidad.

Generalmente las burlas se inician en primero de primaria, pero tienen su fuerte entre los nueve y los diez años, cuando se está entrando a la pubertad. Y esto ocurre, porque a esa edad es que se comienzan a percibir más cambios físicos importantes y los niños toman conciencia en relación a su cuerpo. Y es precisamente entre los 10 y 12 años cuando este fenómeno se hace más evidente, ya que en esta etapa hay una mayor preocupación por el aspecto físico entre los compañeros.

Es muy probable que los menores afectados comiencen a demostrar actitudes depresivas o irritables, que los padres deberían reconocer a tiempo. Hay niños que se manifiestan muy sensibles y tristes, llorando por cualquier cosa, y otros que están más rabiosos y con actitudes agresivas. Estos cambios de conducta bruscos deben ser examinados por los padres, ya que revelan que el complejo está siendo mal elaborado por los niños. Los niños que están viviendo estas circunstancias empiezan a perder concentración en clases.

Los educadores y los padres también pueden contribuir a generar complejos, cuando son demasiado duros al regañar a los niños y hacer comparaciones. Por ejemplo, las conductas que pueden afectar a los niños en este ámbito es decirles “tú no puedes” o “eres un tonto”, cuando algo no les resulta. Ya que reforzar la autoestima de los niños debe ser una tarea que los padres deberían asumir desde la infancia.

Para lograr este objetivo, es necesario reafirmar los valores, y no basar la vida en la apariencia externa. Lo recomendable es que el niño se desarrolle en un ambiente donde se le proporcione la suficiente confianza y se le inculque la importancia de su valor como individuo. Un niño seguro de sí mismo podrá enfrentar en forma positiva los complejos y burlas.

Algunos especialistas coinciden en señalar que hasta los 8 años de edad los padres forjan el 90% de los criterios de vida de sus hijos a través de la educación y el ejemplo, que son cruciales durante el período adulto de la persona.

Estos criterios que inculcan los progenitores tienen que ver mucho con lo que le dicen a su hijo, porque a esa edad, para los niños lo más importante es su relación con el mundo a través de sus padres, ya que asumen los criterios de éstos como verdades absolutas. Por ejemplo, si los padres le dicen al niño que es tonto y se lo repiten con frecuencia, llega un momento en que el niño coloca esta apreciación en su subconsciente, y se genera un complejo de inferioridad.

Solo me queda por decirles, a ustedes padres, profesores, o tutores; que es muy importante que aprendan a escuchar a los niños y siempre dedíqueles atención cuando atraviesen por un proceso doloroso. Negar la realidad sólo empeora las cosas.

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