Indudablemente que los dominicanos de las presentes generaciones estamos viendo el surgimiento y consolidación de un fenómeno político de gran trascendencia, que está jugando a su antojo con la clase política, tanto la que está posicionada en la oposición como de sus compañeros de la lid partidaria.

El doctor Leonel Fernández, como político, está jugando con la ignorancia y ambiciones de la clase política que, desde hace cerca de 50 años, ha estado gravitando en el escenario nacional, dejando en todas las épocas un amargo sabor de incapacidad y de corrupción, cuya única urgencia y propósito es arrasar con el patrimonio de la nación.

La historia nos dice de cómo algunos políticos han sabido jugar con la prisa en las ambiciones de mucha gente, que consideraban sus luchas con el fin de enriquecerse a la sombra de los cargos oficiales. Trujillo supo conjugar esas ambiciones con su férrea dictadura, que sacó al país del atraso e hizo desaparecer a los caciques que se mantenían en alzamiento constante con tal de que fueran recompensados con algunas de las aduanas o cargos en el gobierno para él o sus seguidores más conspicuos.

Joaquín Balaguer supo amarrar a su favor, después de la muerte de Trujillo, y con calma y sangre fría armó un muñeco político que cinco años después del 30 de mayo de 1961 lo convertiría en la fuerza política de mayor influencia en el siglo XX. Su primer período de los 12 años fue una mezcla de sangre y desarrollo. Esa etapa no era la ideal para ser tolerante, ante una rabiosa oposición eufórica por la guerra de 1965. Hubo muchas muertes pero el país se estabilizó, sentando las bases para el desarrollo, hasta que el PRD, desde 1978 al 1986, pretendió destruir los logros, lo cual inclinó a la ciudadanía a recurrir a un líder ciego y mermado en sus facultades motoras, para evitar una vuelta al atraso y males mayores.

Es ahora que Leonel Fernández, en su segundo período constitucional de gobierno del siglo XX, ha sacado a relucir su estrategia de consolidación como líder pragmático y con más sangre fría que sus antecesores presidenciales.

Aun cuando Leonel no se hace sentir cotidianamente como lo hacía Balaguer con sus ruedas de prensa en las inauguraciones semanales de obras que confirmaban su afán por construir, el presidente del PLD actúa más fríamente con conciencia de sus objetivos políticos, frente a una oposición que se comporta como conejillos de India, ya que baila al son de la música que le toca el Presidente.

Ya la opinión pública se ha dado cuenta de la poca contundencia de las respuestas con que la oposición contradice las acciones del gobierno, que hasta ha llegado al colmo de insinuar que el presidente Fernández es responsable de la crisis financiera mundial. Ahora se oculta con perversidad que el presidente Fernández previó desde principios de año todo lo que ocurría en el capitalismo de casino y la oposición se burla cuando él afirma que ya lo peor ha pasado para el país, sin reconocer, que aún con estrechez, que los sacudimientos negativos no han ocurrido, confirmando lo acertado que han sido las medidas monetarias y financieras para darle solidez, confianza y resguardo al país en su estabilidad.