Los conflictivos usos de espacios que retan a Santo Domingo

Los conflictivos usos de espacios que retan a Santo Domingo

La desordenada concentración de asentamientos habitacionales junto a locales comerciales, industriales, -algunos de alta peligrosidad- y de diversión con consumos de bebidas alcohólicas, contaminación sonora y congestiones de tránsito ha sido de ingrata compañía al crecimiento de la ciudad que incluye al Distrito Nacional, capital de la República, sometida a un proceso urbanizador sin orden ni concierto; el mismo que ha plagado de inequidades a otras ciudades de América Latina.

La ministra de Interior y Policía, Faride Raful, merece un apoyo ciudadano formidable para su propósito de propiciar una cultura de paz y orden en estos dominios citadinos. Pero también debería tener suerte.

Para hacerse una idea de lo insuficiente que desde ya se vaticina el “Plan de Ordenamiento Territorial del Gran Santo Domingo” a emprenderse con más propósito de efectos limitados que de extendido rescate urbano, sus auspiciadores calculan que tardaría unos 30 años y solo se lograrían, si acaso, parciales y graduales resultados.

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Está en proyecto aplicar una estrategia interinstitucional de largo plazo con inclusión múltiple de áreas clave sobre una urbe de notables bolsones de pobreza, estrambóticos trazados y conjunción de actividades. Lo que vendría a ser una «acción heróica» contra las consecuencias del descomunal tamaño metropolitano auspiciado por sucesivas autoridades que nunca se empatalonaron contra el caos ni hicieron valer la planificación.

En un país sembrado de agencias distribuidoras de gases propano y natural en cercanías de sitios habitados, el periódico Diario Libre hizo un conteo de explosiones ocurridas accidentalmente desde 2009 hasta nuestros días estableciendo que se habían registrado más de 30 casos a nivel nacional, y en San Cristóbal, virtual comunidad satélite de la capital dominicana, una explosión de sustancias inflamables almacenadas ilegalmente devastó el centro de la ciudad con más de 33 víctimas, entre muertos y heridos, de acuerdo con las primeras versiones publicada en este mismo medio horas después de la catástrofe.

La explosión de una empresa de plástico en el corazón del barrio de Villas Agrícolas causó muertes, heridos y destrucción en el año 201 8. Un tanquero hizo volar en pedazos a personas e inmuebles de los alrededores en el momento de abastecer de gas a la empresa, caso investigado desde esa fecha por el Ministerio Público con la colaboración del departamento técnico del Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional.

LOS RECHAZOS

En embestida a la excesiva tolerancia a usos ilegales de espacios, hace un tiempo los moradores del sector La Castellana se declararon víctimas de constantes violaciones a la resolución 85-09 del ayuntamiento del Distrito Nacional contra la presencia en su sector de establecimientos comerciales y de otros fines que generan aglomeraciones se apoderan de las zonas peatonales y de limitadas áreas de estacionamientos: colegios, agencias de vehículos, talleres, mueblerías etc.

Al marchar por las calles en reclamo de atención a la degradación de las vías en las que están situados sus domicilios, se quejaron de la inutilidad de sus reclamos tras haber apelado a instancias públicas esgrimiendo sus derechos a la tranquilidad sosteniendo que en el Distrito Nacional era notable «la falta de autoridad y la lentitud de los procesos burocráticos que en ese momento no lograban detener el avance de la arrabalización en La Castellana».

En el sector denominado Ciudad Modelo, del Mirador Norte, primera etapa, surgió un frente de ciudadanos para oponer a la construcción de un colegio cristiano en alegada violación a la normativa puesta en vigencia contractualmente al momento de adquirir sus apartamentos. Responsabilizaron directamente del perjudicial efecto que les sobrevendría a los regidores del ayuntamiento de Santo Domingo Norte porque a su entender, insisten en desconocerles derechos adquiridos. Se sentían en la inminencia de agresiones a su tranquilidad con tendencia a la creación de un caos.

La más reciente manzana de discordia emergió en la céntrica zona de Naco, específicamente en un tramo de la avenida Roberto Pastoriza, con el propio Gobierno acusado de desconocer normas para separar lo residencial de otros usos urbanos de consecuencias tumultuosas y contra la vida ordenada y pacífica de familias. El traslado en proyecto de la Dirección de Pasaportes hacia ese lugar indignó a un grupo de residentes que inició una batalla contra la «desnaturalización» de su entorno.

«Estamos en estado de shock al saber esta noticia. ¿Cómo se va a instalar una oficina pública del movimiento vehicular y de personas como es la División de Pasaportes en una avenida que no resiste un edificio o una casa más sin poner en peligro la vida de los que residimos en los alrededores? No vamos a tener la forma de entrar o salir a tiempo». Explicaron que se trataba de un área sin amplio acceso al resto de la ciudad. Dijeron apelar a la alcaldía del Distrito Nacional y a la propia Dirección de Pasaportes para evitar el despropósito.

La instalación de centros de diversión y de expendios de bebidas alcohólicas ha afectado también al socialmente representativo ensanche Piantini. 150 familias se declararon recientemente afectadas por el surgimiento informal de uno de esos puestos. «Al lado de una casa de familia y frente a otra y a contados metros de ocho torres, en un espacio netamente residencial, bajo ningún argumento puede entenderse que un negocio equivocado en un lugar inadecuado venga a dinamitarnos la vida».

AUGE DE TORRES

Un foro sobre espacios urbanos celebrado en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña se enfocó meses atrás en la «proliferación indiscriminada de torres de apartamentos y por ende con crecimiento de la densidad poblacional» y en el mal uso de las aceras por parte del comercio como causas fundamentales del colapso del transporte en el llamado Polígono Central. El decano de Arquitectura, Omar Rancier, advirtió en la ocasión que «los servicios básicos no están creciendo en la misma magnitud, en alusión a suministros de agua y energía y a la disponibilidad de alcantarillados superados en sus capacidades.

Otros participantes en el cónclave concluyeron en que los problemas de áreas céntricas del Distrito Nacional se deben en parte a la falta de políticas, planes y instrumentos de gestión. Demandaron la vigencia de medidas punitivas y coercitivas para los violadores de normas municipales y coordinar las agencias de servicio para enfrentar los problemas causados por el uso desorganizado de los espacios.

El arquitecto Rancier destacó en la ocasión que en la aprobación de construcciones de edificios de apartamentos por parte de la Sala Capitular del Distrito Nacional muchas veces influyen posiciones políticas que deberían ser ponderadas internamente antes de cobrar vigencia. En paralelo con lo ocurrido en el Polígono Central, en el anteriormente exclusivo sector de Gazcue vienen sintiéndose desde hace algún tiempo las consecuencias de un crecimiento que mezcla lo residencial con actividades que perturban la vida de familias.

POSIBLE ORIGEN

En su libro «Historia crítica de la ciudad de Santo Domingo» el arquitecto Cristóbal Valdez sostiene que la actual fisonomía de la urbe descrita como «primada de América» deviene de decisiones arbitrarias desde el poder que a su juicio se han traducido en la exclusión de la población, sobre todo de los más pobres. «La falta de planificación racional de la ciudad acaba atentando contra la calidad de vida de todos sus habitantes».

Ha sostenido públicamente que «la ciudad monumental soñada por el doctor Joaquín Balaguer creó el caos que estamos viviendo al extender grandes avenidas que destruyeron parcialmente barrios tradicionales». Aunque no expuso ningún ejemplo, se recuerda que la construcción de las avenidas Quinto Centenario y la Prolongación México que conecta al Palacio Nacional con el llamado puente de las bicicletas, despojaron con drasticidad de sus espacios naturales a sectores primordialmente habitacionales e históricos de San Carlos y Villa Francisca.

«Se trata de una ideología propia de los gobiernos autoritarios», dijo aprovechando para señalar a Balaguer como excesivo admirador de Nicolás de Ovando, cuyas ideas, traídas a nuestros tiempos, serían la causa del caos que se está viviendo a partir del trazado que incluye zonas verdes en exceso que luego dieron pie a la arrabalización y a los usos informales que incluyen convertirlos en basureros urbanos. «Así surgen tierras de nadie que al final se convirtieron en montes o en enormes depósitos de basura y escombros o privatizados para degradantes fines comerciales».

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