Frustrados e indignados, los venezolanos se sienten sometidos a un mayor confinamiento tras la decisión del gobierno de suspender los vuelos de la aerolínea panameña Copa -su principal vía de conexión-, un paso más en el creciente aislamiento internacional de Venezuela.
La medida es parte de la suspensión, por tres meses prorrogables, de las relaciones económicas con altos funcionarios y empresas de Panamá, que anunció el jueves el gobierno de Nicolás Maduro, provocando el retiro del embajador panameño en Caracas y el llamado a consultas del venezolano. Doce países americanos, entre ellos Estados Unidos, Argentina, Brasil, México y Chile, mostraron ayer su apoyo a Panamá al considerar que las medidas de Venezuela carecen «de sustento», informó la cancillería panameña.
Los países latinoamericanos lamentaron que Maduro continúe con una «ruptura del orden constitucional» y Washington instó a otras naciones del hemisferio a «tomar acción» apoyando a Panamá.
Delcy Rodríguez, presidenta de la oficialista Asamblea Constituyente que rige el país como suprapoder, defendió ayer la medida como respuesta a la «agresión» que significaron las sanciones que impuso Panamá el 29 de marzo contra Maduro y otros 55 funcionarios venezolanos.
«Es una medida de reciprocidad frente a las agresiones del gobierno» de Juan Carlos Varela, aseguró Jorge Rodríguez, jefe de campaña de Maduro, quien busca la reelección en los comicios del 20 de mayo.
Ambos países justifican las medidas en la protección de sus sistemas financieros, acusándose mutuamente de favorecer el blanqueo de capitales. «La reacción es desproporcionada y los afectados somos los venezolanos. Estamos cada vez más encerrados: en el hemisferio, Venezuela será la única isla en tierra continental; en el mundo, Corea del Norte y nosotros», dijo a AFP la internacionalista Milagros Betancourt.