Indefensas, siempre estamos a merced de ellos y sus designios. Aunque muy pocas veces nos escuchan o nos toman en cuenta, tienen el poder de decidir sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos como si les pertenecieran.
Las mujeres, al parecer, hemos perdido la voz en un país en el que juegan a ignorarnos intentando que olvidemos y nos resignemos. ¿Será eso que querrán hacer los congresistas con las observaciones que hizo el presidente Danilo Medina al Código Penal?
Tal parece que el consenso ha desaparecido por los predios congresuales porque la comisión que estudia la modificación aún no rinde el informe correspondiente. Mientras eso sucede, muchas mujeres corren el riesgo de morir en un intento de buscar una salida a una situación terrible y extrema.
Puede que para un hombre sea muy difícil ponerse en el lugar de una mujer violada, que esté gestando a un bebé con severas anomalías o pueda morir si continúa con el embarazo. Pese a ello, sería interesante que piensen en que son sus hijas, nietas, hermanas, sobrinas, primas, cuñadas… que atraviesan por ese trance: ¿las obligarían a tener a ese niño, sin importar qué suceda con ellas o con él? ¿Serían indiferentes al dolor de alguien a quien ustedes aman en nombre de un artículo de la Constitución?

Antes de contestar, recuerden que hay otro artículo de la Constitución que protege el respeto a la dignidad de la persona y manda a que se respeten los derechos fundamentales, esos que son inherentes. ¿No es acaso la vida, la de la madre, un derecho tan fundamental como su dignidad? Eso es lo que está en juego. Por ello, esperamos que el Congreso no vuelva a lastimarnos. Merecemos más.